Algunos de los primeros posts de este blog,
que cada vez está más cerca de cumplir un año de existencia, trataban sobre un
trastorno bastante común en la sociedad de hoy en día, que es el llamado Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC).
Lo toqué de forma superficial, dando un
esquema o idea de en qué consistía el
problema, causas y su tratamiento.
Bien, pues lo que pretendo con algunos
próximos posts es entrar con mayor profundidad en el tema y poco a poco darte
una idea más amplia de este problema.
Como ya te comenté con anterioridad, el TOC
consiste en que la persona tiene un tipo pensamiento
o intrusión (que bien puede traducirse en una frase, en un impulso o en una
imagen) que le atormenta porque va en contra de sus principios, de su ética y
valores.
Como esta idea le lleva a sentir un elevado
grado de malestar y ansiedad, acaba realizando ciertas acciones de forma compulsiva que a corto plazo disminuyen el
malestar pero que a largo plazo mantienen y agravan el problema.
Lo importante no
es el pensamiento, sino cómo interpreta la persona esa idea que se le pasa por la cabeza.
Si la malinterpreta dándole una importancia que no tiene, hay más posibilidades
de que se obsesione y acabe desarrollando el problema.
¿Qué hace que tú
interpretes una misma idea de una forma y el vecino la interprete de otra? Cuando hablamos de TOC hablamos de ciertas creencias o formas de pensar
que pueden tener los individuos. El que tengas o no esas formas de pensar
facilitará o no el desarrollo del TOC junto, claro está, otros factores
causales.
¿Y cuáles son esas creencias? Según a que investigador preguntemos el número puede variar, ya que algunas pueden fundirse en una sola o se solapan. En cualquier caso, yo te describo las principales:
- “Los pensamientos son importantes simplemente porque los tengo”:
Si a una madre con este tipo de
creencia se le pasa por la cabeza la imagen de ella hiriendo a su bebé,
probablemente le afecte mucho más que a otra
persona que no tenga la creencia de que cualquier pensamiento es importante por
el mero hecho de tenerlo.
Esto no es cierto, todos tenemos gran cantidad de pensamientos a lo largo
del día y la mayoría de ellos no son importantes. Puedes pensar que tienes que
anotarte la cita con el médico, que tienes que ir a recoger aquel regalo de la
tienda o que la persona que acaba de pasar es atractiva. Cientos de pensamientos
pasan por nuestras cabezas al día y eso no implica que tengan un significado en nuestras vidas.
Es un error darle importancia a un pensamiento por el mero hecho de que éste exista.
Es un error darle importancia a un pensamiento por el mero hecho de que éste exista.
- “Tengo que controlar lo que pienso”:
Si te digo “No pienses en un oso blanco enorme. Intenta que la imagen no se te pase por la cabeza en ningún momento. Evita por encima de
todo pensar en ello” ¿En
qué piensas? Pues eso mismo. Al igual que basta con que algo esté prohíbido para hacerlo más tentador, basta con intentar suprimir el pensamiento para que éste se presente con más fuerza.
Cuando tratamos de suprimir o
bloquear determinados pensamientos conseguimos el efecto contrario, es decir,
tenerlos aún más presentes. Es el efecto rebote.
Las personas que creen poder controlar los pensamientos intentan suprimirlos obteniendo el efecto contrario al deseado. Creer que podemos controlar a nuestro antojo la corriente de pensamientos es una ilusión.
Volvamos al ejemplo de la madre
imaginándose que hace daño a su bebé. Si tiene esta creencia, esta necesidad de
controlar lo que piensa, efectivamente intentará controlar esa imagen a través
de la supresión de la misma. Como resultado, la imagen se repetirá una y otra
vez en su cabeza y con ello aumentará el tormento, la importancia que le dé y consecuentemente la necesidad de realizar compulsiones.
En próximos posts seguiremos con el tema y otras creencias de
interés en este ámbito.
Sara Llorens
Aguilar
sllorens@cop.es![]() |
Con posibilidad de terapia vía Skype |
Comments
Post a Comment