Hace ya tiempo que no tocamos el
tema de los ataques de pánico. Me gusta
el tema pero vuelvo a la carga con él porque en las estadísticas del blog se
puede apreciar mucho interés/preocupación por este trastorno.
En otros posts hemos hablado de
los ataques de pánico y de su tratamiento. Si tratamos el tema con más
detenimiento, hay un material que puede ser de gran utilidad para más de uno
que sufre este problema: la explicación biológica de las manifestaciones fisiológicas del pánico.
Cuando una persona padece un
ataque de pánico, los escasos minutos que dura son extremadamente intensos y
desagradables. Son horribles para quienes los sufren. No obstante, a pesar de
que los signos sean muy llamativos y parezcan muy alarmantes, no son
importantes, fisiológicamente hablando, ni graves.
Pequeño recordatorio: no
olvidemos que todas estas manifestaciones fisiológicas se dan porque el cerebro ha interpretado que
hay un peligro y ha enviado señales al cuerpo para que se prepare para la
lucha/huída. Es gracias a este sistema que el ser humano sigue existiendo.
Cuestión de supervivencia. El problema es que nuestro cerebro no distingue una
alarma real (me amenazan con un arma, veo que un coche me va a atropellar, tengo un león a medio metro…) de
la que no lo es (percibo que de pronto se me agita el corazón e interpreto que me va a dar un ataque cardíaco) y por lo tanto
envía las mismas señales sea un caso u otro.
Una vez recordado este punto
esencial, vamos con la explicación:
- El sudor ayuda al cuerpo a enfriarse y además de ello, hace que la piel sea más resbaladiza lo que dificultad que un depredador pueda cogerte (recordemos que todos estos mecanismos tiene una explicación a nivel evolutivo)

- Respiración agitada e intensa: el ritmo respiratorio cambia porque tu cuerpo necesita un mayor aporte de oxígeno. Como consecuencia es probable que notes: sensación de asfixia, presión en el pecho… Además, has de saber que este cambio en el ritmo respiratorio disminuye la cantidad de aporte de oxígeno al cerebro por lo que seguramente notes la visión borrosa, te sientas mareado, sensación de irrealidad, opresión en la cabeza…
- Taquicardia: el ritmo de tu corazón se acelera para distribuir la sangre de forma más rápida.
- Redistribución de la sangre: la sangre va a los órganos vitales y extremidades, que son las áreas que el cuerpo considera más importantes para el momento de lucha/huída. Esto puede causarte palidez, frío, sensación de hormigueo o que se te duerma alguna parte del cuerpo.
- Ensanchamiento de las pupilas: el cuerpo reacción así para que tengas un mayor campo de visión y puedas ver mejor el peligro que te acecha. Como consecuencia, puedes tener visión borrosa, ver puntos o la molestia de percibir demasiada luz.
- Disminuye la actividad del sistema digestivo para dar esa energía a otras partes del cuerpo prioritarias en ese momento. Esto te puede provocar: boca seca, nauseas o sensación de pesadez estomacal.
- Tensión muscular: es necesaria para que el cuerpo pueda reaccionar y echar a correr si es necesario. Una tensión muscular muy elevada puede dar lugar a dolores, agitación y/o temblores.
Por lo tanto, el problema no está
en las manifestaciones físicas (sin ellas no estarías vivo), por muy llamativas que sean, sino en la interpretación de los mismas.
Sara Llorens Aguilar
sllorensop.es
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