Una crisishipocondríaca puede darse debido a estímulos internos (dolores, molestias,
manifestaciones físicas consideradas raras…) o a estímulos externos (una cita
con el médico, esperar resultados de alguna prueba médica, alguna noticia sobre
alguien que ha caído enfermo…)
Si estás leyendo esto porque tienes un problema de Hipocondría, tómate un momento para
identificar cuáles son los estímulos internos y los estímulos externos que suelen desencadenar tus crisis
hipocondríacas. Estos estímulos son los que activan tus reglas y
supuestos relacionados con la salud.
Pero... ¿qué es lo que mantiene a lo largo de los años estas reglas y supuestos? Aquí nos encontramos la diana de la terapia: los factores mantenedores, que nunca son los mismos que los que originan el problema.
Son varios y todos ellos importantes, lo que ocurre es que unos son más llamativos que otros, pero todos ponen su granito de arena.
Empecemos pues con ellos:
Empecemos pues con ellos:
Pensamiento distorsionado en la hipocondría:
Las personas con
hipocondría tienden a sobrestimar la posibilidad de caer enfermos e
infravalorar los propios recursos para lidiar con los problemas de salud.
También tienden a
sesgar negativamente, lo que se traduce en: catastrofización, pensamiento
dicotómico, adivinar el futuro, abstracción selectiva… entre otros.
Por ejemplo: Si tu
médico te comenta que le gustaría realizarte una última prueba para estar
seguro del diagnóstico, es probable que pasen por tu cabeza ideas como: “Si
quiere hacerme más pruebas es que puede ser algo grave y quiere estar muy seguro
antes de decirmelo”; “Que haga tantas pruebas es mala señal”; “Pasa algo y
no me lo quiere decir”…
Tómate
un momento para pensar en el tipo de pensamientos que suelen pasar por tu
cabeza cuando estás preocupado por tu salud: ¿En qué sueles pensar con más
frecuencia? ¿Qué tipo de pensamientos te suscitan una mayor preocupación?
Fase Lucha/Huída:
Cuando notas algún cambio corporal, tu Sistema Nervioso Autónomo Simpático se activa debido
a las señales que le envía tu cerebro, ya que éste interpreta que hay un
peligro y manda señales al resto del cuerpo para la fase de lucha/huída.
A nivel fisiológico,
esto se traduce en: tensión muscular, taquicardia, visión borrosa, sudoración,
sensación de mareo, sensación de asfixia, hormigueos, temblores, boca
seca…entre otros.
Este sistema se activa
tanto ante una alarma o peligro real (un coche que va hacia ti, alguien que te
apunta con un arma…) como ante un peligro subjetivo (interpretación errónea de
lo que el médico me ha dicho o de alguna manifestación física de mi cuerpo, por
ejemplo)
Las
personas que padecen hipocondría pueden llegar a interpretar las
manifestaciones típicas de la fase lucha/huída como verdaderos problemas de
salud, lo que se traducirá en una mayor
ansiedad y por lo tanto, una mayor intensidad de las manifestaciones físicas.
Nos encontraríamos en un círculo vicioso.
Focalizándonos en los síntomas.
Cuanto más te focalices
en los síntomas, mayor será la ansiedad.
Haz el siguiente
ejercicio: Focalízate en tu cuerpo en este mismo momento. Intenta describir con la mayor precisión
posible cada sensación que notes. Intenta precisar al máximo. Ahora cuestiónate:
¿te habías fijado en esas sensaciones antes de focalizarte en ellas? ¿Has notado si esas sensaciones crecían mientras te
fijabas en ellas?
Párate
un momento e intenta identificar las manifestaciones físicas en las que sueles
focalizarte más frecuentemente.
En un próximo post continuaremos con el tema.
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Sara LLorens Aguilar
sllorens@cop.es
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