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En varias ocasiones he dedicado posts al Trastorno Bipolar (TB) en adultos pero nunca he mencionado qué ocurre con este problema en niños y/o adolescentes. En realidad, los síntomas son muy similares y el tratamiento también lo es. Lo que ocurre en la adolescencia es que el TB es mas difícil de diagnosticar porque en esta etapa de la vida los cambios de estado de ánimo y de conducta son ya de por sí muy variados, con lo que a los profesionales se nos hace más complicado diferenciar si es el inicio de un TB o simplemente los cambios forman parte de la fase viral que vive la persona. Por lo tanto, si se sospecha (bien por historial clínico familiar o por la propia conducta del adolescente) que puede ser el caso, hay que estar doblemente atentos porque un diagnóstico precoz de un TB puede ayudar mucho al adolescente a llevar una mejor calidad de vida.
¿Y a qué hay que estar atento? ¿Qué tipo de conductas me tendrían que preocupar? Te comento aquí brevemente las manifestaciones, tanto en fase depresiva como en fase maníaca o hipomaníaca (te recuerdo que la hipomanía cursa con las mismas manifestaciones que la manía pero más leves)
En los episodios maníacos, el adolescente con TB suele manifestar lo
siguiente:
- Sentirse eufórico o hacer cosas que no suelen hacer habitualmente.
- Mal temperamento.
- Hablar muy rápido y sobre muchos temas sin profundizar en ninguno.
- Dormir poco y no sentirse cansado.
- Problemas de concentración.
- Hablar y pensar en sexo con más frecuencia de lo habitual.
- Poner en riesgo su vida y/o salud con diferentes actividades arriesgadas y que no son habituales en él.
En los episodios depresivos, las conductas que solemos encontrar son:
- Sentirse muy triste.
- Quejas sobre diferentes molestias, como dolor de cabeza o de estómago.
- Dormir demasiado o muy poco.
- Sentimientos de culpabilidad y/o baja autoestima.
- Comer demasiado o muy poco.
- Falta de energía y desinterés por actividades agradables.
- Pensamientos sobre muerte y suicidio.
En bastantes ocasiones, el TB en niños y adolescentes se da
junto a otros trastornos, los más comunes son: abuso de sustancias, Trastorno
por Déficit de Atención e Hiperactividad y trastornos de ansiedad.
El
tratamiento es el mismo que en adultos: terapia junto a medicación y ambas son igual
de importantes.
Los profesionales tenemos que tener mucho cuidado a la hora de hacer el diagnóstico.En ocasiones el TB se confunde con otros trastornos pasando desapercibido, lo que da lugar a que el niño o adolescente no reciba el tratamiento adecuado. En mi experiencia, he tenido ya dos casos de adolescentes con TB mal diagnosticados, uno con un diagnóstico de Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), cuando lo que realmente padecía (y posteriormente se confirmó) era un TB y otra paciente con diagnóstico errado de TOC y Trastorno por Déficit de Atención. No es una cuestión de una etiqueta u otra, es cuestión de que el tratamiento (tanto farmacológico como psicológico) no es el mismo y por lo tanto estamos haciendo perder el tiempo al paciente.
Los profesionales tenemos que tener mucho cuidado a la hora de hacer el diagnóstico.En ocasiones el TB se confunde con otros trastornos pasando desapercibido, lo que da lugar a que el niño o adolescente no reciba el tratamiento adecuado. En mi experiencia, he tenido ya dos casos de adolescentes con TB mal diagnosticados, uno con un diagnóstico de Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), cuando lo que realmente padecía (y posteriormente se confirmó) era un TB y otra paciente con diagnóstico errado de TOC y Trastorno por Déficit de Atención. No es una cuestión de una etiqueta u otra, es cuestión de que el tratamiento (tanto farmacológico como psicológico) no es el mismo y por lo tanto estamos haciendo perder el tiempo al paciente.
Con
respecto a qué comportamiento deben de tener los padres: a grandes rasgos hay que
destacar la necesidad de:
- Ser pacientes
- Motivarle para que hable de su problema y lo que siente al respecto.Escucharle.
- Ayudar a sus hijos a participar en actividades divertidas y promover las relaciones sociales.
- Tener una actitud comprensiva en los cambios de humor y recordar que no son un capricho.
- Ayudarle a entender su trastorno, así como la necesidad de tratamiento psicológico y farmacológico y como estos le van a ayudar a mejorar su calidad de vida.

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Sara LLorens Aguilar
sllorens@cop.es
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