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Uno de los requisitos
fundamentales para ser un buen psicólogo
es saber empatizar con las personas en
general y especialmente con las uno trata
en consulta. Así, a pie de calle, la empatía se definiría como la capacidad que
alguien tiene de ponerse en el lugar del otro
y esa capacidad nos permite saber y comprender cómo el otro piensa y
siente en una situación determinada para así poder actuar en consecuencia y
ayudar a solucionar la situación. La empatía forma parte de lo que llamaríamos
la inteligencia emocional y habilidades sociales y es
necesaria en la vida si quieres mantener relaciones interpersonales sanas, de
calidad y duraderas. Y desde un punto de
vista práctico, también te puede dar mucha ventaja en según qué situaciones
porque nunca hay que olvidar que debajo de cualquier compañero, entrevistador,
profesor, jefe, vecino.... hay una persona y tener la capacidad de ponerse en
sus zapatos puede jugar muy a tu favor. Pero eso ya es otra historia.
La empatía extrema no es
beneficiosa. En un par de ocasiones me ha ocurrido en consulta: empatizar tanto
con la persona que tenía delante que casi se me saltan las lágrimas. Y ni
siquiera me sentía identificada con la situación pero siempre hay pacientes con
los que por alguna razón conectas más. La primera vez me ocurrió hace años, cuando
era una novata en esto de atender pacientes. La segunda hace unos meses, con
una paciente un par de años mayor que yo y a la que considero una persona
magnifica, dicho sea de paso. La primera vez no lo supe controlar, esta última
vez sí (es lo que hace la experiencia). Desde mi punto de vista no es bueno
porque no ayuda al otro. Uno ha de saber
empatizar pero al mismo tiempo mantener
la distancia y la objetividad para poder ayudar al otro ¡uno de los dos ha de
mantenerse de pie para tirar del que está en el suelo!
En el libro Psicología de la Motivación y la Emoción
, según el capítulo de Emociones
sociales: enamoramiento, celos, envidia y empatía, del que te he ido
hablando en los últimos posts, a nivel
cognitivo uno ha de llevar a cabo esta secuencia de pasos para poder mostrar
capacidad empática:
a) Reconocer la existencia de realidades
separadas de otras personas.
b) Necesidad de tomar el punto de
vista del otro para poder evaluar la realidad apropiadamente.
c) Tener las habilidades y recursos
necesarios para llevar a cabo este proceso.
d) Realizar las conductas
coherentes en base a lo anterior.
La empatía va cogida de la mano
con las conductas de ayuda y la conducta prosocial en general. A mayor empatía, menor agresividad.
De ahí a que la mayoría de los delincuentes, especialmente aquellos con un marcado perfil
psicopático, carezcan de esta capacidad. Cuando uno siente empatía, esto
conduce a conductas de ayuda porque por una parte se obtiene placer al ayudar
al otro y por otra, disminuimos el malestar
generado al entender/vivir el sufrimiento ajeno.
Según Chóliz y Gomez, algunos
autores distinguen entre empatía centrada en uno mismo y empatía centrada en
los demás. Las conductas de ayuda de la primera estarían más centradas en disminuir
el malestar propio generado por la situación del otro y las conductas de ayuda
de la segunda se focalizarían en disminuir el malestar ajeno. Como
bien comentan los autores, obviamente habrán muchos factores que determinen que
en unas situaciones empleemos un tipo y en otras, otro.
La empatía no está determinada
biológicamente, esto significa que cualquiera de nosotros puede modificarla si la trabaja adecuadamente en un contexto que la favorezca. El contexto en que uno crece favorecerá o no el desarrollo de
esta capacidad. Gracias a ella nos damos cuenta de las emociones ajenas y así
podemos actuar en consecuencia, lo que obviamente ayuda a nuestra supervivencia.
Por esto mismo, aunque no esté determinada biológicamente, desde ese punto de
vista la empatía se considera de carácter adaptativo y evolucionista.

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Sara LLorens Aguilar
sllorens@cop.es
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