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En los años que llevo ejerciendo de psicóloga he aprendido suficientes lecciones como para escribir unos cuantos posts. Considero que en toda profesión hay un aprendizaje más o menos continuo tanto a nivel teórico como práctico. Y como casi siempre en esta vida, la práctica es el más difícil que la teoría. Cuando hablo de aprendizaje práctico no me refiero solo al empleo de estrategias si no a las experiencias vitales que uno va viviendo en su día a día en el campo laboral y que le van curtiendo como profesional a la par que como persona. A mí me ayudó que me avisaran de ciertas cosas que solo con el tiempo he sido capaz de comprobar por mí misma, así que ahora hago lo mismo por si le resulta de utilidad a alguien en el presente o...en el futuro.
Algunas de estas lecciones parecen obvias pero no es sino con el tiempo y las vivencias propias cuando uno acaba aprendiéndolas de verdad, es decir, integrándolas. Es a esa integración a la que me refiero cuando hablo de aprendizaje. Recalcarte como siempre que estas son las lecciones que extraigo de mi propia experiencia profesional, obviamente no tienen por qué encajar a todo el mundo, es solo mi experiencia.
He aprendido que no debes esforzarte más que el propio
paciente en su recuperación. Que has de aprender a tolerar la frustración que
representa tener en consulta a alguien que no pone de su parte por mucho
que tú intentes que eso cambie. Tienes tus límites en la motivación/acción de
tus pacientes y has de aceptar esas limitaciones.
He aprendido la importancia de ser asertiva a la hora de afrontar comportamientos
de algunos pacientes. Esto ha sido especialmente importante en ciertos aspectos como por ejemplo a la hora de poner los límites en la comunicación y/o en la relación paciente-terapéuta.
He aprendido que ponerme más de
tres pacientes seguidos no me va bien porque no voy a poder atender al cuarto
igual que al resto.
He aprendido que con el aumento de
pacientes en tu consulta, llega un momento en que hay que tener dos teléfonos móviles. Porque aquello de "no quiero estar pendiente de dos móviles, ya tengo bastante con uno" deja de ser
una opción para convertirse en una obligación, de otra manera se hace imposible la desconexión del trabajo.
He aprendido que el concepto de "urgencia" es muy relativo. Hay que definirlo claramente en las primeras sesiones. Cambiar la cita, un recordatorio de las tareas porque he perdido el papel en el que las apunté, preguntar si "x" tarea está bien hecha, pedir el número del psiquiatra del que me hablaste... todas ellas y otras más no son motivo de urgencia. El paciente puede esperarse al lunes para comentártelo, a la vuelta de tus vacaciones o simplemente al horario laboral.
He aprendido que el concepto de "urgencia" es muy relativo. Hay que definirlo claramente en las primeras sesiones. Cambiar la cita, un recordatorio de las tareas porque he perdido el papel en el que las apunté, preguntar si "x" tarea está bien hecha, pedir el número del psiquiatra del que me hablaste... todas ellas y otras más no son motivo de urgencia. El paciente puede esperarse al lunes para comentártelo, a la vuelta de tus vacaciones o simplemente al horario laboral.
He aprendido que no tienes la
misma conexión con todos los pacientes. Y desde mi punto de vista, quién llegue a decir lo
contrario, no dice la verdad. Antes que psicólogos somos personas y como tales
es imposible tener el mismo feeling con todos los seres humanos que
te entran en consulta. Podemos tratar a todos con igualdad porque en parte ahí reside nuestra profesionalidad pero la
conexión entre personas se escapa a nuestro control.
He aprendido que, al menos en mi
caso, el "trabajo por amor al arte" sin ninguna otra intención que
aprender o hacer las cosas bien, acaba dando sus frutos con el tiempo.
He aprendido que hay que recurrir de vez en cuando a
compañeros de profesión en los que confíes para comentar casos, pedir consejo,
ayuda o simplemente otros puntos de vista por muy seguro que estés de los
tuyos. Es bueno consultar porque en un trabajo de este tipo no tienes a nadie
que te revise, que te evalúe de vez en cuando y siempre es sano, profesionalmente
hablando, hacer revisión de la propia labor.
He aprendido que cuando pasas por
un momento personal complicado a veces la terapia se puede hacer difícil e
intensa. Una sesión complicada, un paciente
que iba bien y se tuerce, un tema a tratar que te recuerda al tuyo...Cuesta más.
Pero también he aprendido que muchas veces centrarte en los problemas ajenos
te evade de los propios y cuando logras obtener buenos resultados puede convertirse en un
potente reforzador a nivel personal, más de lo que ya lo es en el día a día.
He aprendido que el mejor marketing es el que te hacen tus
pacientes, el boca a boca, porque cuando alguien a quién has tratado te
recomienda a otra persona, no solo te está haciendo publicidad sino que te
está haciendo un cumplido porque es una forma de darte su confianza.
He aprendido que hay psicólogos
muy buenos vendiéndose, lo que considero una gran habilidad. Yo no la tengo, por lo menos no de forma expresa.
He aprendido que es
interesante y gratificante especializarte en un área en concreto pero es sano para la mente del profesional tratar diversos
temas además de la especialidad que uno pueda tener.
Y por último, la lección más importante y la que en realidad tengo más presente: He aprendido que cuantos más conocimientos tengo, más siento que me queda por aprender. Y como un buen amigo y psicólogo me dijo una vez: "Ese es el estado ideal". Así que sigamos aprendiendo.

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Sara LLorens Aguilar
sllorens@cop.es
www.profesionaldelapsicologia.es
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