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El otro día me topé con un artículo muy interesante acerca de las redes sociales y cómo éstas usan nuestro cerebro para sacarle el mayor provecho. El artículo es bastante extenso y está en francés, así que he hecho un buen resumen del mismo porque considero que la información es muy buena y digna de ser leída. En algunas ocasiones es bastante técnico así que he intentado hacerlo lo más ameno posible porque... como todo/as sabemos.... es como mejor entra la información. No obstante te dejo el artículo completo aquí, por si quieres echarle un vistazo.
Las grandes compañías que manejan
las redes sociales y otras plataformas (llámense Instagram, Netflix, Linkedin, Tinder,
Facebook, Whatapp, Twitter... cualquiera de ellas y todas las demás) utilizan
el funcionamiento de nuestro cerebro para captar la mayor atención posible el mayor
tiempo posible. Su objetivo principal es que estemos conectados la mayor parte
del tiempo. Porque cuanto más conectados estemos, más dependientes, más
condicionados, más compras haremos, más influenciados estaremos y.... mayores beneficios para ellos. Así, a grandes rasgos.
El córtex sensorial y lóbulo parietal se encargan de recibir las notificaciones. Eso es, el sonido o la visión de un whatsapp, un mensaje privado de Facebook o similares, son procesados por esta zona de nuestro cerebro como si de una alerta se tratara. Desde un aspecto evolutivo, esta parte de nuestro cerebro está preparada para procesar cualquier estímulo como una alerta por si dicho estímulo indicara la presencia de un depredador amenazando la propia supervivencia. Las notificaciones son como son no por casualidad sino con el objetivo de ser recibidas por esta zona del cerebro para ser procesadas como alertas y así abarcar toda nuestra atención, llevando a segundo plano cualquier otra tarea que estemos haciendo.
Que levante la mano quién no ha
cogido el móvil cuando ha sonado un whatsapp mientras estaba haciendo cualquier
otra cosa que, muy probablemente, era más importante que ese mensaje. Yo no la
puedo levantar.
Nuestro sistema límbico se encarga de procesar las gratificaciones,
premios, refuerzos positivos. Esto, en las redes sociales, se traduce en
"likes", "followers", las veces que algo que publicas se
comparte...Cada vez que recibimos una
gratificación, nuestro sistema límbico libera dopamina. Digamos, que la
dopamina es una sustancia que al ser liberada en nuestro cerebro, da lugar a una
sensación de bienestar o felicidad. Igual que cuando hacemos deporte o tenemos
relaciones sexuales, por mencionar un par de ejemplos en los que también liberamos dopamina. Importante mencionar que la liberación de esta sustancia es
inmediata: recuerda que los refuerzos positivos son más potentes cuando son inmediatos
y esto aumenta en gran medida las probabilidades de que se vuelva a dar la conducta, es decir,
aumenta las posibilidades de que nos hagamos adictos a esos likes.
El precúneo central procesa
nuestra parte social. Somos seres sociales por naturaleza. Desde un punto
de vista evolutivo, esto tiene su sentido ya que necesitamos de los demás para sobrevivir, el
ser humano aumenta sus posibilidades de supervivencia en grupo. Las interacciones
sociales son gratificantes para la mayoría de nosotros y las redes se encargan
de explotar ese punto a través de la
estimulación de esta zona de nuestro cerebro. Y los estudios han comprobado que
las interacciones sociales a través de estas plataformas son procesadas por el
cerebro como igual de gratificantes que
las de la vida real.
En realidad, el punto fisiológico que representa el FOMO, se encuentra situado en la amígdala donde en el pasado
tenía realmente importancia porque ayudaba a nuestra supervivencia. Esa angustia o miedo a perdernos algo que consideramos importante reside en todos
nosotros, de forma más o menos pronunciada según la personalidad, experiencias
y fase vital de cada uno. Lo que sí se ha comprobado es que las personas más
enganchadas a plataformas de este tipo, han desarrollado un mayor FOMO que las
que no están tan apegadas a dichas redes. Cuanto mayor FOMO, más permaneceré
contactado.
Una vez más, hay que recalcar que las plataformas y redes no son nocivas per se, es decir, no son dañinas por ellas mismas sino que pueden llegar a serlo según el uso que les demos. Como en muchas ocasiones en esta vida, la cuestión es dónde ponemos el límite.
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Sara LLorens Aguilar
sllorens@cop.es
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