Si estás interesado en participar en nuestro estudio de investigación sobre TOC, por favor pincha aquí
If you are interested in taking part in our research study about OCD, please click here
El otro día vi por casualidad en
las redes sociales una viñeta que transmitía un mensaje muy interesante de
forma graciosa y con muy poco contenido: La incapacidad del ser humano para ser
feliz. En este post quería desarrollar el tema porque estoy convencida de que cuando lo leas te sentirás
identificad@ en más de un momento.
Parece ser que estamos hechos
para ser individuos infelices o por lo menos para que nuestros estados de felicidad tengan fecha de caducidad ¿Y eso por qué?
Pues principalmente por tres motivos: adaptación
hedónica, sesgo optimista y nuestra
tendencia a la insatisfacción permanente.
Voy a explicarte qué significan y será entonces cuando probablemente te veas
reflejad@ en más de uno.
Sesgo hedonista:
Consiste en nuestra tendencia natural a acostumbrarnos rápidamente
a lo bueno. Esto ocurre mucho con lo
material. Por ejemplo, Paula lleva dos años de su vida ahorrando para comprarse
un coche, "el coche de mi
vida" como lo llama ella. Dos años privándose de viajes, ropa, cenas con
amigos... para conseguir su objetivo.
Cuando llegó el momento estaba entusiasmada, lo trataba con mucho mimo
y se lo enseñaba ilusionada a todos sus amigos. Un par de meses después ya se había
acostumbrado. Obviamente seguía contenta pero ya no era lo mismo. Ya lo tenía,
ya se había habituado. "El coche de
Paula" pueden ser unas zapatillas nuevas, una casa, un vestido carísimo...
da igual, nos acabamos habituando y lo que nos causaba mucha ilusión deja de
hacerlo con el tiempo. Esto mismo también pasa con las parejas: con el tiempo
la persona que nos quitaba el hambre y el sueño (para bien) deja de hacerlo
porque nos acostumbramos a su presencia en nuestras vidas y la damos por
sentado. Y en muchos casos el hecho de que con el tiempo ya no nos provoque esta sensación lo
achacamos a esa otra persona, a un problema de pareja o a que 'ya no es lo mismo', cuando el problema no es ése, el problema está en la
tendencia inherente al ser humano a acostumbrarnos rápidamente a lo bueno.
Para ser justa, tengo que decirte
que este sesgo tiene un doble rasero y que nos ayuda a sobrevivir a las
experiencias negativas y a seguir con nuestras vidas, que aunque no vaya con el
tema del post de hoy es un punto a favor de vital importancia. Y además, parece
ser que algo que no sucumbe tan fácilmente al sesgo hedonista son las
experiencias vitales positivas, a las cuales nuestro cerebro no se acostumbra
tan fácilmente ¡no está tan mal!
Consiste en la tendencia que tenemos a recordar el
pasado idealizándolo mientras que miramos al futuro con expectativas
optimistas. Esto en no principio no suena mal, a lo mejor estás pensando "mejor
eso que lo contrario" y te doy la razón. En ese sentido es una ventaja. Sin embargo, el problema es que con esta perspectiva del pasado y del
futuro, el presente juega en desventaja porque es la realidad
que estás viviendo y difícilmente podrá
competir con tiempos pasados idealizados y futuros esperanzadores. Esto hace
que no nos entreguemos al "aquí y ahora" y que echemos de
menos más de lo que deberíamos el pasado y anhelemos el futuro. Te pongo el ejemplo de un pareja de consulta: Pau y María están agobiados con el hecho de ser papás primerizos, sienten que todo se les complica y que no llegan a nada. Adoran a Marta, la pequeña, y darían
su vida por ella pero ambos añoran los tiempos en que tenían libertad de
horarios para hacer y deshacer como les daba la gana, cuando podían dedicarse
tiempo a sí mismos, a sus amistades, a la pareja, al sexo... Ahora todo eso
quedó atrás y anhelan el momento en que la peque vaya a la guardería. Pau y María no se dan cuenta de que no están viviendo el momento presente
con su hija y que en un futuro probablemente
añorarán muchas de las experiencias del ahora, momento que jamás volverá, al menos no con Marta.
¿Quién no ha escuchado alguna vez cosas como...? : "Ojalá volviera a mi infancia, donde no tenía otra preocupación que jugar", "Echo de menos mis años de instituto", "Ojalá volviera a mis años de universitari@", 'Cuando sea mayor de 18 haré lo que me dé la gana", "Cuando me jubile..." Pero por bueno que fuera el pasado nunca fue ideal y nadie nos garantiza un futuro mejor. La realidad es que no se nos garantiza ni el mañana por lo que el presente es lo más valioso que tenemos.
¿Quién no ha escuchado alguna vez cosas como...? : "Ojalá volviera a mi infancia, donde no tenía otra preocupación que jugar", "Echo de menos mis años de instituto", "Ojalá volviera a mis años de universitari@", 'Cuando sea mayor de 18 haré lo que me dé la gana", "Cuando me jubile..." Pero por bueno que fuera el pasado nunca fue ideal y nadie nos garantiza un futuro mejor. La realidad es que no se nos garantiza ni el mañana por lo que el presente es lo más valioso que tenemos.
Parece ser que estamos diseñados para
sentirnos insatisfechos constantemente porque es el mecanismo que tiene nuestro
cerebro para mantenernos motivados. Si uno siente que lo tiene todo a
todos los niveles, se puede perder. Puedes pensar que esto no es así, que quién
lo tiene absolutamente todo a nivel personal y profesional tiene que rebosar de felicidad pero esto no suele suceder.
Cuando hablo de "tenerlo todo"
me refiero cuando uno llega al punto en que no le quedan ilusiones u
objetivos a cumplir, es llegado ese momento cuando el ser humano
corre el riesgo de venirse abajo. Por eso nuestro cerebro parece estar diseñado
para la constante insatisfacción, para así asegurarnos de tener objetivos, retos y/o ilusiones a alcanzar.
Esto me lo encuentro bastante en consulta: personas que en diferentes momentos de su vida, se estancan y no encuentran objetivos vitales, no tienen con qué ilusionarse y eso representa un problema que puede derivar en estado de ánimo bajo, en depresión en los casos más serios o en búsqueda de estímulos nuevos a través de vías poco sanas.
Esto me lo encuentro bastante en consulta: personas que en diferentes momentos de su vida, se estancan y no encuentran objetivos vitales, no tienen con qué ilusionarse y eso representa un problema que puede derivar en estado de ánimo bajo, en depresión en los casos más serios o en búsqueda de estímulos nuevos a través de vías poco sanas.
La buena noticia es que al igual
que los dos puntos anteriores, esta constante insatisfacción tiene su parte
positiva: nos motiva a ser mejores, a evolucionar como personas, como profesionales,
a vivir más experiencias, a aprender más...Así que no está tan mal.
El post se resume en tres conclusiones que tendríamos que grabarnos en nuestras cabecitas:
- Menos materialismo y más experiencias.
- Entrenarnos para vivir el aquí y ahora.
- Siempre tener en mente pequeños o grandes objetivos que nos ilusionen, que nos den un poquito más de vida.
- Y la abeja reina: La felicidad no te la regalan, has que trabajártela.
![]() | |||
Con posibilidad de terapia on-line |
Sara LLorens Aguilar
sllorens@cop.es
www.profesionaldelapsicologia.es
Comments
Post a Comment