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Hace unas semanas dediqué un post
a hablarte de los familiares y esta vez
repetimos temática. Lo hago por un caso en particular que atendí esta semana en
el que las circunstancias me obligaron a tomar medidas que no hubiera tomado
en condiciones normales. Me refiero a cuando el paciente no quiere hacer nada para colaborar en su recuperación pero su situación está arrasando, no solo con su
vida sino con la de sus familiares. Si uno decide que no va a hacer
nada por sí mismo, está en todo su derecho a que sea así. Ahora, si esta
decisión conlleva sufrimiento y mala calidad de vida para quienes le rodean, entonces ya es otra historia. Uno puede
decidir no querer hacer lo que se le recomienda para su recuperación pero no debería
obligar a sus familiares a aguantar las
consecuencias de esa decisión. La vida y
la felicidad de los pacientes no son más importantes que la vida y la felicidad
de sus familiares.
Te voy a poner el caso del que te
hablaba para que te sitúes, que con ejemplos siempre se entiende todo mejor. Te
lo voy a contar de forma muy resumida para centrarme en el tema del post. Vamos a llamar a mi paciente
María y a su madre Pepa. María tiene 45 años y vive en casa de sus padres
debido a un Trastorno Obsesivo Compulsivo bastante grave que le incapacita para
llevar a cabo una vida funcional. Ha
pasado por un par de ingresos involuntarios breves que dieron buen resultado
al principio pero tras un tiempo María volvía a recaer. La paciente estuvo en Asociación
TOC Granada pero su paso por allí fue breve porque decidió volverse al cabo de una estancia muy corta en la que apenas le dio tiempo a trabajar su problema.
Fue a su vuelta cuando empezó a venir a mí. Al par de sesiones le sugerí
la idea de un co-terapeuta, que estaría dirigido por mí, y que iría varios días
a la semana a hacer exposición con ella en su casa. Esta persona comenzó a ir todas
las mañanas (3h mínimo cada día). Duró
una semana. María dijo que el co-terapeuta
ni yo podíamos ayudarle. También hay que añadir que la paciente no se toma la
medicación que le recetaron y que le fue
bien en su momento. Si se la toma es de forma muy inestable y cuando "le
da por tomársela". Esto continuó tras haberle explicado los peligros de la
automedicación y cómo esto iba en contra de sus objetivos en terapia. Ahora, tras 3-4 sesiones y apenas habiéndole dado una oportunidad a la exposición, dice que quiere volverse a TOC Granada. Esto sería una muy buena
idea si no fuera porque va a allí con la misma mentalidad con la que fue la
primera vez y con la idea de "hacer
las cosas a su manera".
¿Qué hace el profesional en estos casos ? La
paciente es María pero ésta no quiere
hacer nada de lo que debe para recuperarse, con lo que nos paraliza al resto. Al mismo tiempo
su madre se sienta frente a mí llorando, temblando y desesperada. Si María no
quiere ser ayudada, habrá que moverse en otra dirección para que las decisiones
de la paciente afecten lo menos posible a quienes le rodean. Esto es complicado y aún más si conviven bajo el mismo techo ¿Entonces? Nos focalizamos en
ayudar a los familiares aunque eso implique "apartar" a María ¿Con
qué objetivos?
- Para que Pepa coja aire y respire antes de que estalle. EL PRIMERO Y MÁS IMPORTANTE.
- Que María vea claro que si ella no hace nada por sí misma, los de su alrededor no van a favorecer esa actitud como se ha hecho hasta ahora. No podemos forzar a un adulto a querer recuperarse pero sí podemos dejarle claro que no vamos a seguirle la corriente.
- Intentar que a María "le pique" para que se rasque y así despierte y se involucre en su propia recuperación.
¿Y esto en qué se traduce en este caso en concreto? La
primera medida que hemos tomado es una
separación física temporal. Envié a Pepa y a su marido un par de semanas a una casa
de campo que tienen fuera de la ciudad (nos hemos encargado de que María tenga
temas de comida arreglados, ya que no hace compras ni cocina por sí misma)
La segunda medida (la más difícil
y que se dará a la vuelta de su descanso) es que Pepa empiece a dejar de participar/facilitar
/acomodar los rituales de María. Esto es
algo que le va a costar una vida pero como bien dice ella: "Ya me está costando una vida la
situación que tengo ahora".
Estos son los objetivos establecidos pero soy consciente de que es muy difícil conseguir que un padre o una madre coja esta dirección porque el vínculo y los sentimientos que hay de por medio son muy poderosos. Pero como siempre, los profesionales tenemos que aprender a aceptar las limitaciones que un trabajo como el nuestro, en el que nos manejamos con personas y sus circunstancias, nos presenta.
Estos son los objetivos establecidos pero soy consciente de que es muy difícil conseguir que un padre o una madre coja esta dirección porque el vínculo y los sentimientos que hay de por medio son muy poderosos. Pero como siempre, los profesionales tenemos que aprender a aceptar las limitaciones que un trabajo como el nuestro, en el que nos manejamos con personas y sus circunstancias, nos presenta.
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Con posibilidad de terapia on-line |
Sara LLorens Aguilar
sllorens@cop.es
www.profesionaldelapsicologia.es
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