Soltar es todo un arte e implica dos fases muy claras:
La fase 1 sería toma de
decisiones. Marcharse o dejar ir conlleva
una decisión y esto a veces resulta un mundo para el protagonista. Tomar
decisiones implica un riesgo y esto no siempre es fácil de asumir,
especialmente si a esa decisión le acompañan sentimientos. Aquí te pongo ejemplos de tres pacientes, cuyas palabras representan lo que quiero
explicarte:
Pablo (8 años en un trabajo que no le gusta y en el que no se siente valorado):
Si dejo mi trabajo puedo intentar montarme algo por mi cuenta,
algo que me ilusione y me guste. O puedo solicitar empleo en otra empresa que
me valore más pero también es cierto que puedo fracasar ... podría arrepentirme de haber dado este paso...y esa posibilidad me tiene bloqueado.¿Y si me equivoco? ¿y si las cosas salen mal? Me siento atrapado y me pasa porque soy un cobarde.
Diana (quien lleva 6 años intentado ser madre junto a Mario,su pareja desde hace 10): Siempre he querido ser madre, no imagino la vida sin serlo. Mario y
yo lo llevamos intentando años, poniendo todos los medios posibles, invirtiendo
la mayoría de nuestros ahorros y con cada intento fallido nos venimos más abajo.
Estamos destrozados, no podemos más pero si abandono la idea ¿qué será
de nuestra vida? ¿ y si no consigo ser feliz? ¿ Y si Mario cambia de opinión en unos años? Me aterra la idea de nos bastarnos
el uno al otro, de que él no sea feliz por no haberle podido dar un hijo. No quiero abandonar pero me noto al límite desde hace ya tiempo.
Verónica (lleva casi año y medio con la pareja y desde los inicios con dudas): No sé lo que hacer. Le quiero pero es que sé que no tenemos nada que hacer
juntos. Venimos de dos mundos diferentes, a la larga no hay nada que hacer. No
dejo de decirle que esto no va a funcionar pero tampoco soy capaz de cortarlo
porque en muchas cosas sí me hace feliz y desde que empecé con él estoy mejor. Tengo miedo de dejarlo y luego estar peor o de estar como estaba
antes de conocerle. Siendo honesta... también tengo miedo a estar sola.
Una vez conseguimos tomar la decisión, lo que puede costar meses (si no años), pasamos a la fase 2: ser consecuente con la toma decisión. No volver hacia atrás, no ir con idas y venidas. Vivimos gran parte del tiempo mirando por los espejos retrovisores. La fase 1 hay que trabajarla a conciencia para que la fase 2 sea más fácil de llevar a cabo dentro de la dificultad que conlleva.
Por ejemplo, el caso de Silvia. Silvia había estado 6 meses en
consulta a raíz de una ruptura sentimental mal llevada y tras haber estado 7 años con su ex-pareja. Las razones de la ruptura no vienen al caso pero
la conclusión que sacamos era que él no
podía hacerla feliz porque sus necesidades y caracteres eran incompatibles. Nos
veíamos una vez cada 15 días, ella trabajaba bien, las circunstancias fueron a
nuestro favor y al poco tiempo fue mejorando. El día de nuestra última sesión me dijo (con la
típica sonrisa que pone un paciente cuando te dice algo que sabe que va
totalmente en contra de todo lo que habéis trabajado ...)que se había comunicado con un amigo de
su ex-pareja, que estaba pensado en quedar con su ex para tomar un café para "ver cómo le iba todo" Las dos
sabíamos que en este caso era una pésima idea y que la realidad era que no estaba preparada. El diálogo podría resumirse brevemente así:
Silvia: Y eso... así que me lo estoy pensando ¿qué piensas?
Yo: ¿Cuál es el objetivo de esa quedada?
Yo: ¿Cuál es el objetivo de esa quedada?
Silvia: Lo que te he comentado,
ver cómo le va y ya sabes, esas cosas.
Yo: Intenta ser honesta contigo misma y si realmente ese es el único
objetivo y te ves preparada, entonces adelante. Aunque no creo que sea una buena
idea. Reflexiona sobre qué es lo que pretendes de verdad con este movimiento y también sobre si realmente estás preparada.
Silvia: Silencio y sonrisa.
Yo: Tú vas a hacer lo que quieras porque yo no soy quién para decirte lo que hacer pero sí te digo que
nos ha costado llegar hasta aquí y que lo has pasado muy mal. Merece la pena
que por lo menos reflexiones sobre el tema antes de mover esa ficha.
Silvia: Si lo pienso bien sé que no estoy preparada y
que verle es arriesgar mucho. Pero al hablar con su amigo me han venido recuerdos
y ahora que estoy más fuerte... Además ¿y si algún día me lo cruzo? No puedo tener miedo de verle ¿no? Se supone
que hemos trabajado para fortalecerme no para esconderme.
Yo: Cierto, pero una cosa es
esconderte y otra meterte en la boca del lobo. Ya te has desvinculado de él a
casi todos los niveles. Si quedas con él, será volver atrás y te arriesgas a perder
todo lo ganado. Quizás no ocurra pero en cualquier caso has de valorar si te
merece la pena. Si sigues mirando hacia atrás no te vas a conceder
nunca la oportunidad de ver lo te espera.
Silvia me escribió días después
diciéndome que había tomado la decisión de no verle y tengo que decir que me
alegré por ello porque lo contrario
hubiera desembocado en un caos emocional.
Los vínculos son esenciales en la vida del ser humano, si bien es cierto que igual de importante es crearlos como saber cuando hay que romperlos.
Los vínculos son esenciales en la vida del ser humano, si bien es cierto que igual de importante es crearlos como saber cuando hay que romperlos.
![]() | |||
Con posibilidad de terapia on-line |
Comments
Post a Comment