Y el mundo se paró. Literalmente.
Lo que nos está ocurriendo
quedará grabado en nuestras mentes y en la historia. Una partícula
submicroscópica derrotando al que, se
supone, es el ser vivo más inteligente y
poderoso sobre la faz de la tierra. Y
para que no acabe con todo el sistema cuál dominó, el sistema ha tenido que hacer un parón.
Y lo imposible ya es una realidad: el mundo se coge un descanso del ser humano.
Parada obligatoria. Lo llaman
cuarentena. Y de pronto nos vemos confinados
en nuestras casas, rompiendo con toda
nuestra rutina, nuestras obligaciones, momentos de ocio y costumbres. Una pérdida de libertad temporal
por el bien común. Se nos prohíbe abrazar, besar, tocar a otro ser humano...porque
eso puede representar un peligro para uno mismo y para el otro, y para muchos
otros que dependen de que los dos primeros hagan lo que deben. Gestos tan
sencillos, tan básicos y tan accesibles
hace tan solo unas semanas. Quién nos
iba a decir que se nos prohibiría un simple abrazo, algo que dábamos tan por
sentado.
Solidaridad. Pensamiento
colectivo. Pensemos como un todo y no como individuos, eso es lo que la
situación y la sociedad requieren. La solidaridad va a ser lo que extermine al
virus. He ahí la gran prueba a la que
nos enfrentamos como país. Nosotros y todos los demás. Y tenemos que sacar
nota, porque al COVID-19 no le va a valer un aprobado raso.
Esta, como todas las grandes
desgracias, sacan lo mejor y lo peor del ser humano. El miedo, un gran enemigo en este momento. En
realidad pánico más que miedo ¿Por qué? si dicen que el virus no es peligroso
para la mayoría de la población. Pues porque el miedo nace de la incertidumbre,
el no saber, el no tener la certeza de lo que va a pasar ¿y si se equivocan? ¿y
si esto va a más? ¿y si nos mienten? Y
si... El vecino me ha dicho... He oído... He visto que en el supermercado no
quedaba ... La incertidumbre es la abeja
reina y a ella le siguen la ansiedad, el miedo y el pánico ¿Por qué el pánico
es un problema? porque es casi más contagioso que el propio virus. Lo que nos
lleva a una histeria colectiva y a malas decisiones en muchos casos. Malas
decisiones que perjudican al resto. Porque si yo me cojo 20 paquetes de arroz,
al que viene detrás no le quedan. Y yo no necesito esos 20 paquetes, los
necesita mi miedo para relajarse un poco, por un rato.
No solo el miedo, el egoísmo y la
insensatez también salen a la luz en los
peores momentos. Personas que siguen saliendo a correr, a pasear o hacen
fiestas a pesar del estado de alarma. Claro que es difícil quedarse en casa, la
cuarentena elimina una gran parte de
nuestros refuerzos positivos cotidianos (cosas agradables, premios). Desde que
te dé la brisa y el sol en la cara, hasta irte al gimnasio, pasando por
tomarte una copa con los amigos al salir del trabajo... Y un sinfín de más cosas. Pero ahí es donde demostramos nuestra fortaleza, solidaridad, espíritu de sacrificio y trabajo en equipo. Y en este caso nuestro equipo es
toda la población española.
Luego está la otra cara de la
moneda y afortunadamente la que supera con creces a la
primera. Solidaridad, ingenio, valentía,
esfuerzo, buen humor, compasión, introspección, relativizar los propios problemas...
se triplican en los días que estamos viviendo. El ingenio nace de la necesidad, dicen. Bien que lo estamos comprobando en los centenares
de vídeos y whatsapps que circulan por ahí. Se me han caído las lágrimas de risa con algunos vídeos que me han mandado y reconozco
que me amenizan gratamente la cuarentena. Pero también se me han caído las
lágrimas con gestos de solidaridad de la
gente.
El universo nos ha ido susurrando, no le hemos
escuchado y nos ha pegado un grito. Una lección que viene en
forma de virus y cuyas secuelas, a muchos niveles, vamos a seguir arrastrando
por mucho más tiempo del que ahora imaginamos. Ojalá no se
nos olvide la lección en cuanto recuperemos nuestra normalidad, nuestras vidas. Me gustaría
pensar que a cada uno de nosotros, a su manera, esta experiencia le servirá para plantearse aspectos que de otra manera no se habría planteado; para mejorar y crecer como personas.
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Encontré esta foto por por Internet hará un mes y me cautivó al instante. Para mí refleja dos cosas: una, que lo imposible puede llegar a suceder. Y dos, la fragilidad de la vida. No se me ocurre mejor foto para representar nuestra situación actual.
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Sara LLorens Aguilar
sllorens@cop.es
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