Como te comenté en el último post, me resulta muy interesante la investigación que la neurociencia lleva a cabo
los últimos años sobre el corazón como centro cognitivo y emocional. En este caso quiero
hablarte de cómo el ser humano ha ido
desarrollando diferentes partes de su sistema nervioso central y cómo
la concepción del corazón como nuestro tercer cerebro podría plantearse como una continuidad
de la evolución de nuestra mente.

Vamos a ello...
Desde el principio de los tiempos hemos usado el cerebro límbico, la parte más primitiva de nuestro cerebro, que es básicamente el que se encarga de nuestra supervivencia y nuestras emociones. La amígdala es el elemento más importante del sistema límbico y se encarga de avisarnos cuando hay algo que amenaza nuestra supervivencia. Con el tiempo y la evolución, nuestro sistema límbico ha ido adoptando nuevas funciones, de forma que hoy en día también nos avisa si hay amenazas a nivel psicológico, es decir, algo que amenace nuestra estabilidad mental o que nos provoque estrés psicológico. Para que me entiendas, no hace falta que alguien te amenace con un cuchillo o que tengas un león a un metro para que tu amígdala se active. Ahora también ha aprendido a activarse cuando te enfrentas a un examen y te quedas en blanco, por poner un ejemplo. Un caso amenaza tu vida y el otro con fastidiarte el verano, no hay color pero a tu amígdala le da igual, reaccionará de la misma forma. Además, un dato interesante es que la información que procesa nuestro sistema límbico va a una velocidad muchísimo mayor que la información que procesa la corteza cerebral. Esto tiene mucho sentido ya que si la amígdala se encarga de nuestra supervivencia, deberá tener un funcionamiento extremadamente rápido para mandar las señales al resto del organismo y así activar los tres famosos sistemas de supervivencia: HUÍDA, LUCHA O PARÁLISIS. Dependiendo de factores varios, uno de los tres será el elegido.
Con el tiempo, el ser humano evolucionó a la "era mental" y empezó a hacer uso (y por ende a
desarrollar) del córtex o corteza cerebral. En un principio, esta parte del
cerebro es la más evolucionada. El córtex se encarga de
procesar la información que viene de nuestro ambiente, filtrarla,
racionalizarla...ayudándonos así a actuar en consecuencia. Para que me entiendas, es el que te
ayuda a mantener una conversación con sentido, a estudiar, a leer este post y
asimilar la información que contiene...por citar algunos ejemplos. La corteza cerebral representa nuestra parte mental, nuestra
cognición. La razón principal de que hoy en día dispongamos de toda la tecnología
de la que disponemos ¿por qué? porque es la parte de nuestro cerebro que se encarga de nuestra imaginación y nuestra
creatividad. Sin ella no habría avances porque el ser humano no tendría la capacidad de imaginar y por lo tanto no podría pensar en algo que no existe para luego crearlo en el mundo de los sentidos, el nuestro. La corteza o córtex es la que funciona
en nuestro día a día, en lo cotidiano, cuando las emociones están presentes a
un bajo nivel o simplemente no están presentes.
Actualmente, algunos profesionales se plantean los últimos
descubrimientos sobre las funciones del corazón como parte de esta etapa
evolutiva, que empezó con el sistema límbico y continuó con la corteza cerebral ¿Representa
el corazón una forma más evolucionada de
nuestro mundo cognitivo y emocional? ¿Podría dar lugar a niveles de conciencia
mayores? Ya dijimos en el post anterior que se ha demostrado que el corazón procesa las emociones libre de recuerdos ¿Podría esto representar un procesamiento emocional a un nivel superior que
daría lugar a una mejor gestión de las emociones? ¿Realmente hay una
asociación entre intuición y el procesamiento de información a través de este
órgano? ¿Qué implicaciones tendría de ser el caso? Si alcanzáramos la llamada coherencia biológica que comentaba en el artículo anterior... ¿Supondría eso el uso máximo de nuestras habilidades cognitivas? si fuera el caso ¿supondría el desarrollo de nuevas capacidades que ahora mismo nos parecen cuestión de "magia"? A lo largo de los tiempos se ha demostrado que algunas personas tienen ciertas capacidades mentales que no manifiesta la mayor parte de la humanidad, sería interesante estudiar ciertas variables relacionadas con el tema en este grupo de población para poder continuar avanzando en este campo.

Vamos a ello...
Desde el principio de los tiempos hemos usado el cerebro límbico, la parte más primitiva de nuestro cerebro, que es básicamente el que se encarga de nuestra supervivencia y nuestras emociones. La amígdala es el elemento más importante del sistema límbico y se encarga de avisarnos cuando hay algo que amenaza nuestra supervivencia. Con el tiempo y la evolución, nuestro sistema límbico ha ido adoptando nuevas funciones, de forma que hoy en día también nos avisa si hay amenazas a nivel psicológico, es decir, algo que amenace nuestra estabilidad mental o que nos provoque estrés psicológico. Para que me entiendas, no hace falta que alguien te amenace con un cuchillo o que tengas un león a un metro para que tu amígdala se active. Ahora también ha aprendido a activarse cuando te enfrentas a un examen y te quedas en blanco, por poner un ejemplo. Un caso amenaza tu vida y el otro con fastidiarte el verano, no hay color pero a tu amígdala le da igual, reaccionará de la misma forma. Además, un dato interesante es que la información que procesa nuestro sistema límbico va a una velocidad muchísimo mayor que la información que procesa la corteza cerebral. Esto tiene mucho sentido ya que si la amígdala se encarga de nuestra supervivencia, deberá tener un funcionamiento extremadamente rápido para mandar las señales al resto del organismo y así activar los tres famosos sistemas de supervivencia: HUÍDA, LUCHA O PARÁLISIS. Dependiendo de factores varios, uno de los tres será el elegido.
Además, nuestro sistema límbico graba cualquier cosa que en el
pasado fue una amenaza para cada uno de nosotros (física o piscológica). De forma que cuando percibe una
situación igual o similar a aquella del pasado, se activa para protegernos. Si
tenemos un buen funcionamiento y hay una amenaza real, actuaremos en consecuencia y salvaremos la vida.
Si tenemos un buen funcionamiento y la
amenaza no era tal, regularemos en ese momento las manifestaciones de su
activación y nos calmaremos. Si no funcionamos bien porque padecemos algún tipo
de trastorno relacionado con la disfunción del sistema límbico, no actuaremos de forma adaptativa. El Trastorno por Estrés Postraumático sería un muy buen ejemplo de un sistema límbico disfuncional, ya que existe una hiperactividad de la amígdala y esta se dispara con mucha más frecuencia de la que debería. Esto ocurre
porque la persona sobreestima el peligro (estima como amenaza algo que realmente no supone tal) y está en constante hipervigiliancia para "proteger" su integridad
física y psicológica.
El córtex funcionará en primer lugar siempre y cuando no haya
un nivel de emociones muy elevado. Si por ejemplo estás trabajando tranquilamente frente tu ordenador, tu corteza será la que
esté funcionando pero si de repente oyes algo relacionado con un despido
mientras tu jefa te mira a lo lejos, a menos que tu trabajo te sea indiferente,
tu amígdala se activará y tu corteza
pasará a segundo plano. ¿Y eso que implica? que intentarás seguir escribiendo tu
informe en el ordenador pero no atinarás ni una porque tus emociones están en
su máximo exponente y solo puedes pensar en tu (supuesto) inminente despido, en que
no vas a poder pagar la hipoteca y en toda una cascada de situaciones catastróficas
que habrán acontecido en tu cabeza en milésimas de segundo. Las palpitaciones, la sudoración, el mareo, la sequedad de garganta y un largo posible etcétera será la forma que tiene tu cuerpo de reaccionar ante lo que tu amígdala ha decidido que es una amenaza.
Para que me entiendas, si hay emociones intensas de por medio, la amígdala
tiene todas las de ganar. De ahí a
lo típico que tanto oímos de: "estoy bloquead@, no puedo pensar".
Afortunadamente, en circunstancias normales, la amígdala gana batallas pero no
la guerra.
Estas son algunas pocas cuestiones interesantes que esperemos
que la neurociencia vaya respondiendo con el tiempo. El tema da mucho que
hablar y continuaremos comentándolo en
otro momento.
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Sara LLorens Aguilar
sllorens@cop.es
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