Esta semana, en mitad de una sesión de Skype con un paciente con TOC, él me dijo que se consideraba a sí mismo un cobarde porque no lograba superar su trastorno y que sin embargo su miedo al COVID sí lo había vencido con el paso de los meses. Me detuve porque consideré importante aclarar ciertos puntos de su comentario y explicarle lo injusta que era esa comparativa. Empecé por preguntarle si su miedo en marzo (cuando los hospitales estaban saturados, había mucho desconocimiento sobre el tema y estábamos todos confinados) era el mismo que ahora en octubre. Me dijo que no. Y entonces le pregunté la razón y él me dijo que ahora había espacio en los hospitales y que todos conocíamos mucho mejor el tema y cómo actuar. "Por lo tanto, la situación es distinta, menos amenazante, y tu miedo ha disminuido en proporción a la situación. No ha desaparecido porque el virus nos sigue rondando pero sí ha disminuido notablemente desde marzo" le respondí.
El miedo al COVID en el caso de este paciente era un miedo racional: aumenta o disminuye acorde al grado de amenaza de las circunstancias o contexto en el que la persona se encuentra. Es un miedo natural, funcional y útil.
Entonces me fui a su área TOC ("Y si hay mercurio en X objeto, lo toco/ingiero y me pasa algo a mí o mi familia") y le recordé cuantísimas veces habría él comprobado en los mismos objetos si había mercurio y cuantísimas veces, día tras día, la respuesta era la misma: no hay. Es decir, las circunstancias, su contexto, le devuelven una y otra vez la misma información: no hay amenaza. Entonces le pregunté si el miedo había disminuido tras comprobar que la situación no era amenazante. Su respuesta fue obvia: no. "Exacto, porque el miedo en el TOC es un miedo irracional que no responde al contexto, mientras que tu miedo al COVID es racional. Por eso tú y yo tratamos un TOC de contaminación de mercurio y no un TOC de contagio por COVID. Por lo tanto compararlos y castigarte por no tener los mismos resultados es injusto para ti y una pérdida de tiempo" le respondí.
El miedo en el caso de TOC por contaminación es irracional y por lo tanto disfuncional.
Aproveché y vinculé esta pequeña explicación sobre su comentario al tratamiento basado en la terapia inferencial que estamos llevando a cabo juntos. Te recuerdo brevemente: la terapia inferencial viene a decir que las dudas obsesivas del TOC siempre van a surgir en contextos inapropiados, es decir, que no están justificadas en el aquí y ahora del paciente. El contexto que percibo a través de mis sentidos no justifica que yo me plantee la duda obsesiva.
Ejemplo: Me voy a sentar a la mesa con mi familia, veo como mi mujer me pone agua en el vaso y me viene a la cabeza "Y si hay mercurio en el agua de la botella" (compulsión: no beber y no dejar beber a los demás);Ejemplo: estoy
jugando con mi hijo al fútbol y me viene "Y si en la pelota hay restos de mercurio" (compulsión: dejar
de jugar, tirar la pelota a la basura y
lavado de manos intenso de ambos, padre e hijo)
En el TOC la persona está haciendo más caso a su imaginación que a lo que le dicen sus sentidos (a los hechos percibidos), prioriza lo que podría pasar/ser/haber a lo que PASA/ES/HAY. Por lo tanto, por mucho que las circunstancias no justifiquen la obsesión, la persona no disminuirá su miedo porque este no nace del contexto (de fuera) sino que nace y se alimenta de la imaginación del paciente. Por eso, el miedo en el TOC, además de ser irracional, sería de una naturaleza distinta y requiere un trato distinto a otros miedos.
Como te podrás imaginar, los pacientes saben de entrada que el miedo en TOC es irracional pero a veces se despistan y hacen este tipo de comparativas que solo acaban por desmotivarles y hundirles. Así que más de una vez viene bien pararse un rato y dedicar un tiempo a recordar la naturaleza del miedo en el TOC. Y como le dije a este paciente (y he tenido que recordar a otros muchos en ocasiones anteriores): tener dificultad para superar un trastorno no tiene nada que ver con la cobardía, el hecho de intentarlo ya dice mucho del coraje de la persona. A ver si por fin nos mentalizamos todos de que los trastornos mentales no son una elección. Al igual que nadie elige pasar por un cáncer, nadie elige desarrollar un problema mental. Y al igual que el primero no debería castigarse a sí mismo por no poder hacer desaparecer su enfermedad, tampoco debería hacerlo el segundo.
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