Cuando hablamos de mentira patológica, mitomanía o pseudología científica nos referimos a los casos en los que una persona tiene tendencia a mentir de forma compulsiva o adictiva.
Al comienzo del problema, estas
personas son conscientes de sus mentiras pero una vez la tendencia se acentúa
convirtiéndose en un hábito , hay ocasiones en las que la persona acaba creyéndose
sus propias historias.
Las mentiras no tienen por qué
resultar llamativas o irrealistas, es más, frecuentemente son mentiras sutiles
o cotidianas que fácilmente cualquiera de nosotros podríamos creer. Por
ejemplo: decir que has llamado al fontanero para que venga a arreglar algo en
casa cuando no lo has hecho; decir que has pagado la factura que debías cuando
no es así; afirmar que has aprobado un examen cuando ni te has presentado….
La razón por la que se suele caer
en la mentira patológica es que la persona no se siente conforme con la vida
que lleva y se acaba inventando otra muy distinta que coincide con la que
desearía tener. Es decir, al no sentirse feliz con su realidad, la persona se
inventa otra diferente que le haga sentirse mejor consigo misma y con el mundo
que la rodea.
Normalmente la persona miente
en situaciones en las que de una forma u otra va a salir beneficiado. No
estamos hablando tanto de beneficio material sino más bien a nivel emocional. Con
las mentiras la persona siente que gana afecto, aprobación, respeto… por parte
de quienes le rodean. Es la forma que se tiene de asegurarse una mayor aceptación
por parte de los otros.
Como cabe deducir de lo anterior,
la persona que padece este problema suele tener baja autoestima y muchas
veces también carece de las habilidades sociales adecuadas.
Cabe tener en cuenta que aunque
la mitomanía no esté catalogada de forma oficial en el DSM-V, es un problema
psicológico que a la larga puede dar lugar a numerosos y graves problemas en la
vida personal y profesional de quien la padece: despido laboral, ruptura de la
pareja, asilamiento social, problemas económicos, problemas familiares….Esto es
lógico cuando las personas de tu alrededor se dan cuenta de que les has estado engañando
en todo tipo de asuntos durante mucho tiempo.
Cuando la persona viene a
consulta, es importante hacer ver a los familiares y allegados que es un
problema de tipo psicológico y que por lo tanto el paciente no lo hace por
voluntad propia sino que se ha convertido en un problema sobre el que tiene muy
bajo control. Podríamos compararlo a otras adicciones como: drogadicciones, Piromanía,
Tricotilomanía o Cleptomanía, por ejemplo.
Una vez el paciente ha reconocido
su problema y está dispuesto a poner remedio, es esencial disponer del máximo apoyo de sus seres cercanos, algo difícil
en muchos casos debido a que estos ya no confían en el paciente y se han visto
gravemente perjudicados por el problema.
En el tratamiento, deberemos fortalecer la autoestima y si es
necesario, las habilidades sociales del paciente y/o mejorar la habilidad de
solución de problemas, para conseguir que se encuentre satisfecho consigo
mismo y con lo que le rodea, de forma que pierda la necesidad de disfrazar
su realidad. El objetivo es la aceptación de uno mismo y de la vida que
tiene, mejorando lo que sea posible y aceptando lo que no puede cambiarse.
No hay que olvidar la posibilidad de que la mentira patológica forme parte de otros trastornos más graves como Trastorno por Esquizofrenia o Trastorno de Personalidad Narcisista, por ejemplo. En cuyo caso formaría parte del cuadro de síntomas o manifestaciones que entraría dentro del trastorno y por lo tanto cabría disponer de tratamiento diferente.
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Sara LLorens Aguilar
sllorens@cop.es
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