Los psicofármacos... ¿sirven realmente para lo que nos dicen que sirven?


Hoy quiero hablarte de un libro que estoy leyendo en estos momentos y aunque todavía estoy a mitad, me atrevo a recomendarlo sin ninguna duda:  Anatomía de una Epidemia (Título original: Anatomy of an Epidemic: Magic Bullets) de Robert Whitaker. El autor es un periodista especializado en el área de la medicina y en este libro habla sin pelos en la lengua sobre la llamada revolución psicofarmacológica, es decir, cuando llegaron los psicofármacos a nuestras vidas. No es un libro denso lleno de estadísticas sino uno muy ameno y de lectura fluida. En él nos habla de cómo estos fármacos se descubrieron por casualidad ("balas mágicas"), del por qué las teorías en las que supuestamente se basa el funcionamiento de estos fármacos no tienen el respaldo científico que deberían, de cómo los diferentes momentos que atravesó el mundo a nivel histórico y económico influyeron en gran medida en la conceptualización  los trastornos mentales y en su importancia en la sociedad (antiguos manicomios...) y un sinfín de cosas más muy interesantes, todas ellas respaldadas por la literatura científica correspondiente. Desde mi punto de vista, creo que tiene mucho mérito escribir un libro sobre esta temática y conseguir que sea de lectura fácil. En este post voy a destacar algunos de los puntos que considero más importantes  de lo que he leído hasta el momento, cosas que creo que todos deberíamos saber, ya que a día de hoy se recetan este tipo de fármacos casi como caramelos y se les otorga, desde mi punto de vista, casi el estatus de panacea. Y no lo son.

Pretendo que el post sea de lectura ligera a pesar de la temática por lo que no voy a incluir estadísticas ni referencias, pero si te interesan las podrás encontrar con todo detalle en el libro.

Vamos a ello...

Para empezar, cabría esperar que el número de enfermos mentales hubiera disminuido significativamente desde que esta "revolución psicofarmacéutica" comenzó, sin embargo no ha sido así. Es más, la cantidad de personas diagnosticadas con algún trastorno mental se ha disparado en los últimos años. Además, este aumento parece coincidir con la llegada del Prozac a nuestras vidas (por si no lo sabes es uno de los antidepresivos estrella de los últimos tiempos) así como la llegada de otros psicofármacos. Otro dato digno de mención es que los números se han disparado no solo en población adulta sino también en niños. ¿Entonces qué pasa? ¿significa esto que los psicofármacos no funcionan? Los medicamentos empleados para los trastornos mentales han demostrado cierta eficacia, eso es indiscutible porque muchas personas se ven beneficiadas por los mismos y gracias a ellos pueden llevar una vida funcional. Sin embargo, los datos anteriormente mencionados plantean ciertas preguntas que como mínimo  nos llevan a plantearnos algunas cuestiones relevantes.

Si nos remontamos a los inicios de la psiquiatría, todos recordaremos como antaño se empleaban técnicas como el electroshock, la inducción del coma diabético o la lobotomía para "curar" los trastornos mentales [de hecho, si te interesa el tema, actualmente hay una serie de Netflix basada en el mundo psiquiátrico de aquella época (Ratched)  en la que se muestran todos estos tratamientos y cuyo trasfondo es precisamente una crítica social a todo lo que se hacía en aquella época], por no mencionar el estigma del trastorno mental, el lamentable estado de los llamados manicomios de aquella época así como el trato que se les daba a los pacientes. Tras la Segunda Guerra Mundial, y con todos los veteranos de guerra de vuelta a casa con lo que eso suponía, se empezó a dar prioridad a la salud mental y al cuidado/estado de las personas enfermas que se hallaban en aquellos centros. Fue por aquel entonces cuando empezó la investigación en medicina psiquiátrica tal y como se la conoce hoy en día y se empezaron a sintetizar los primeros ansiolíticos, antidepresivos y antipiscóticos.

Una vez en este punto de la historia, la comunidad científica se planteaba dos cuestiones:

1) Si las personas con enfermedades mentales  padecían un desequilibrio químico real que la medicación corregía.

2) Si los fármacos que se habían desarrollado para ese supuesto realmente "curaban" ese desequilibrio químico.

Vamos a ver qué nos dicen los datos sobre estas dos cuestiones....

1) Con respecto a la primera cuestión: ¿las personas con enfermedades mentales  padecen un desequilibrio químico real?

Respecto a la teoría serotoninérgica (aquella en la que se basan los investigadores para explicar el funcionamiento de una gran mayoría de los antidepresivos) ha habido a lo largo de los años mucha controversia al respecto, unos estudios la apoyaban, otros la desechaban... Con la teoría dopaminérgica (aquella en la que se basan los investigadores para explicar el funcionamiento de los antipsicóticos para el tratamiento de  la esquizofrenia) fue otro tanto de lo mismo: mientras muchos investigadores la apoyaban con sus estudios, otros tantos la rechazaban.

NOTA IMPORTANTE QUE SIEMPRE HEMOS DE TENER EN CUENTA: que un fármaco mejore  o disminuya las manifestaciones de un trastorno no implica necesariamente un vínculo causa-consecuencia. Es decir, que el fármaco produzca ciertas mejorías (como era el caso de los antidepresivos y antipsicóticos en la depresión y  en la esquizofrencia respectivamente)  no significa que estén necesariamente atacando a la causa biológica que da lugar al trastorno. A día de hoy no existe una prueba científica que demuestre que la depresión clínica ni la esquizofrenia se deban  a un estado biológico deficitario.

2) Con respecto a la segunda cuestión: Si no se ha demostrado que un desequilibrio químico en el cerebro sea la causa de los  trastornos mentales ¿Qué hacen entonces los psicofármacos si no corrigen un desequilibrio en la  química cerebral?

El fármaco, por ejemplo un antidepresivo como pueda ser la fluoxetina (princpio activo del Prozac, un inhibidor de la recaptación de serotonina), ejerce su función sobre el cerebro de un paciente que, hasta que se demuestre lo contrario, tiene una química cerebral normal. Al principio se producen los cambios correspondientes dando lugar a una mejora del estado de ánimo del paciente, pero a medio/largo plazo se producen desajustes en el sistema serotoninérgico que dan lugar a una insensibilización de las neuronas postsinápticas, que son las encargadas de recoger la serotonina una vez esta ha cumplido con su función. Y, una vez más, otro tanto parece ocurrir con los antipsicóticos.

Si esto es correcto, entonces tal y como platea el autor en su libro ¿los psicofármacos ayudan o perjudican al paciente a largo plazo? Varios estudios llevados a cabo con personas que padecían esquizofrenia medicadas con antipsicóticos de forma permanente y otras que no se medicaron, demostraron que el uso crónico de este tipo de fármacos no parece ser el adecuado, ya que en todos estos estudios los pacientes no medicados demostraron  un mejor funcionamiento cotidiano, menor sintomatología y menor tasa de hospitalizaciones a largo plazo que el grupo que sí fue medicado de forma permanente. Es decir, que a corto plazo los antipsicóticos "funcionan" ya que son útiles porque disminuyen los síntomas pero a largo plazo parecen resultar más perjudiciales para la evolución del trastorno y, especialmente, la calidad de vida del paciente. Es decir, parece que la medicación aumentaba las probabilidades de convertir al paciente en un enfermo crónico. Esto coincide con lo que te explicaba unas líneas más arriba acerca de cómo el antidepresivo y el antipsicótico producen cambios en la vía correspondiente del cerebro, dando lugar a mejora de los síntoma  pero a largo plazo atrofia ese sistema. Cabe la posibilidad de que precisamente  esa atrofia sea  la causa de ese empeoramiento  del paciente con esquizofrenia o con depresión  a largo plazo.

Me gustaría volver a escribir sobre este tema cuando avance más con el libro porque creo que todos, profesionales en áreas relacionadas y el ciudadano de a pie, necesitamos un mayor nivel de cultura farmacológica y realmente esto es lo que pretende este autor: abrirnos los ojos a través de los datos objetivos, ni más ni menos.  Que cada cual tras leerlo, saque sus propias conclusiones.

100% recomendable.



Con posibilidad de terapia online

                                                                                                                                                                 

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Sara LLorens Aguilar
sllorens@cop.es

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