Terapia conductual de la depresión


Fases importantes en la TERAPIA CONDUCTUAL DE LA DEPRESIÓN:

Respecto a las actividades placenteras, este es un punto esencial, por no decir el más importante.
La persona a estas alturas ha perdido cualquier motivación que pudiera tener en el pasado, esto incluye  las actividades que antes le resultaban agradables y que le reforzaban su día a día: leer, escuchar música, tomar un café con los amigos, hacer deporte, salir a bailar…. El objetivo es recuperar estas actividades, y si es posible, añadir otras nuevas.
La persona cree que esto no servirá para nada y que se sentirá igual o peor tras hacerlas. Muchísimos estudios con pacientes con trastorno depresivo han comprobado que ésa no es la realidad y que  las personas con depresión  se sienten mejor realizando las actividades que estando sin hacer nada.
Hay que empezar por actividades que requieran muy poco esfuerzo pero que sin embargo  resulten reforzantes para el paciente. Eso quiere decir que no empezaremos por motivarle a acudir a una fiesta llena de gente pero a lo mejor sí a dar un paseo en compañía de alguien de confianza un par de veces a la semana. Esto es solo un ejemplo, hay que tener siempre presente que depende de la persona que tengamos en frente, todo depende del paciente.

Algo importante  consiste en ampliar y mejorar las relaciones sociales. Por eso, cuando sea posible que las actividades placenteras tengan lugar con más gente, éstas han de llevarse a cabo dándoles prioridad (Si estamos al comienzo de la terapia no hay que olvidar los dos requisitos: mínimo esfuerzo y máximo refuerzo)
Hay que tener en cuenta, que muchos de los pacientes con depresión, carecen de habilidades sociales, quizás nunca las han tenido o quizás las hayan perdido. Si es el caso, habrá que trabajar también dichas habilidades y mejorarlas para aumentar las probabilidades de éxito en las interacciones sociales.

Los problemas de sueño suelen ser habituales en los pacientes que padecen de depresión. Es un círculo vicioso porque el paciente empieza a tener problemas para dormir y cuando alguien no puede dormir se siente mal, irritado… lo que no ayuda para nada a mejorar el estado de ánimo. Al mismo tiempo, cuanto peor se siente el paciente más ansiedad y malestar lleva encima, lo que no hace sino que empeorar las dificultades a la hora de dormir.
Es la pescadilla que se muerde la cola. Hay que romper el círculo, y eso se hará a través de técnicas de relajación, higiene del sueño y control de estímulos.


Sara LLorens Aguilar
sllorens@cop.es
www.profesionaldelapsicologia.es

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