SÍNDROME DEL BURNOUT


El  síndrome del Burnout o “quemarse por el trabajo”, desafortunadamente, está bastante a la orden del día. Seguro que ya habrás oído hablar de él o habrás visto algún ejemplo en los medios de comunicación. Bien, pues a él voy a dedicar el post de hoy.

Empezaré por aclarar a qué llamamos Burnout. El Burnout surge como consecuencia a un elevado estrés laboral sufrido por la persona durante un largo periodo de tiempo. Llegados a este punto la persona ha agotado todos los recursos de los que dispone para enfrentarse a situaciones de estrés. La situación le “ha venido grande” y  ha acabado por agotarle física y mentalmente.

   

¿Qué caracteriza el síndrome del Burnout?

  • La persona se encuentra emocionalmente agotada.
  • La persona siente  que no se está realizando profesionalmente.
  • La persona tiene una actitud hostil, cínica y desagradable  hacia su trabajo y las personas implicadas en él.

Normalmente se dan las dos primeras a la vez y como consecuencia de éstas surge la tercera característica, como una forma de afrontamiento ante la situación.

La mayoría de las veces este síndrome se da en los profesionales que trabajan con gente, con público (ejemplo: maestros, psicólogos, médicos, policías….)

¿Qué estresantes laborales pueden conducir a la persona a padecer este problema?

Estresores físicos: ambiente incómodo de trabajo, turnos, ruido, trabajo físicamente arriesgado…

Estresores de rol: Mismo puesto con demandas contradictorias, nos saber bien cuáles son tus tareas…

Relaciones interpersonales: bajo apoyo social, malas relaciones con compañeros o supervisores


Desarrollo de la carrera profesional: No sentir que tus tareas corresponden con tu preparación, sentir que has invertido mucho y que el trabajo no está compensando esa inversión.

¿Cómo influye la personalidad?

Los que tiene más papeletas de padecer el problema son las personas entre 25-40 años, idealistas, con vocación profesional, sensibles, empáticos, entusiastas, obsesivos y que suelen identificarse en exceso con los demás. Así que si te sientes identificado con lo que te acabo de contar ¡ándate con ojo!

Las  personas con bajos niveles de  autoestima, autoconfianza y autoeficacia  parece ser que también son más vulnerables. Así como las personas  que tienden a atribuir lo que les ocurre a factores externos (locus de control externo) y no a sí mismos (locus de control interno)


¿Qué consecuencias pueden resultar de esta situación?

La persona puede sufrir  mucho psicológicamente (cambios bruscos de humor, irritabilidad, agresividad, ansiedad, tristeza, soledad, impotencia…) y padecer problemas de salud con elevada frecuencia (jaquecas, hipertensión, crisis asmáticas, dolores…).

La empresa no queda exenta de repercusiones ya que todas estas consecuencias a nivel personal se verán reflejadas en el tema laboral a través de: Absentismo, bajas, pobre eficacia y eficiencia en el trabajo, baja calidad de las labores de la persona, problemas con los horarios, abandono de la organización…

En un próximo post veremos qué hacer para tratar a una persona que nos viene a consulta por un problema  como éste.

 
Sara Llorens Aguilar
Con posibilidad de terapia vía Skype

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