En un postanterior te hablé de cierto tipo de pacientes con los que cabe ser cauto a la
hora manejarse en terapia. En éste voy a
hablarte de otro tema que hay que tener en cuenta a la hora de tratar en
consulta, pero esta vez no me voy a
centrar en el paciente sino en el profesional. Te voy a hablar de las suposiciones erróneas más comunes por parte
del psicólogo en el contexto de la terapia cognitivo-conductual.
A veces damos
por sentado ciertas cosas que en realidad no tienen por qué ser como nosotros
las vemos, en realidad estamos hablando de cierto tipo de prejuicios, porque en
realidad no dejan de ser eso: ideas preconcebidas en el contexto de la terapia.
Es importante que tengamos en cuenta estas ideas para poder identificarlas
cuando estemos actuando en base a ellas, ya que nos ayudarán a ejercer nuestra
profesión de una manera más ética y eficaz.
¿A qué me estoy
refiriendo cuando hablo de las falsas suposiciones del terapeuta? Empecemos…
Una de las
principales y que suele ser bastante conocida entre los que practicamos esta
orientación es aquella de que la terapia
cognitivo-conductual es únicamente para personas de nivel intelectual elevado.
Si cierto que es la terapia cognitiva necesita cierto nivel intelectual, éste
no tiene por qué ser especialmente elevado. Lo esencial en este punto es que el
terapeuta sepa adaptar el tipo de terapia a las necesidades/condiciones del
paciente. Por ejemplo, siempre podemos inclinarnos por una terapia de tipo más
conductual o más cognitiva, según el paciente que tengamos delante.
Existen muchas y
diversas formas de explicar un mismo concepto así como de hacer o planear las tareas
de la terapia. Nuestro lenguaje se tiene que adaptar al nivel del paciente y el
tipo de terapia y tareas también (hay muchas formas de enviar/hacer una misma
tarea). Aquí entra nuestra destreza a la hora de saber cómo hacerlo, lo que
siempre mejorará en base a la experiencia que tengamos.
Otra suposición
equivocada es aquella de que si explico alto y claro la idea que deseo
transmitir, el paciente lo entenderá. A veces nos encontramos que lo que es
transparente para nosotros, resulta poco claro para la persona que tenemos
delante. Entonces cabe preguntarse por qué el mensaje no llega como debiera.
Pueden haber varias razones: el tipo de lenguaje que utilicemos, demasiada
información de golpe, que hablemos demasiado deprisa…
Tras una
explicación, sea de lo que sea, siempre hemos de asegurarnos de que el paciente
lo ha entendido, ya sea mediante preguntas o pidiéndole un resumen de lo explicado.
Acuérdate de pedir feedback.
Por ejemplo, podemos
encontrarnos con que el paciente no trae las tareas hechas y es porque en realidad
no entendió lo que debía de hacer. En casos como éste dónde nos percatemos de
que ha habido problemas de comunicación, tenemos que preguntarle al paciente
qué sucede ya que en bastantes ocasiones podemos encontrarnos que la persona no
dirá nada por ser agradable o por vergüenza. Es nuestro trabajo darnos cuenta
de este tipo de errores y hacer lo que corresponda para cambiarlos.
Una tercera es
aquella que supone que los pacientes
siempre van a tener en mente el valor de las tareas para casa. Pueden haber
varios motivos por los que el paciente no realice las tareas entre sesiones:
pereza, olvido, connotación negativa de “deberes”… Antes de enviar tareas hemos
de preguntar al paciente cómo ve la idea de los “deberes para casa” y si
observamos que su opinión es negativa, conviene que investiguemos el por qué
para evitar futuros “saboteos”. También
conviene trabajar en la prevención de
las posibles interferencias que el paciente pueda encontrarse a la hora de
hacer las tareas y darle recursos para superar esos obstáculos cuando se presenten, si lo hacen.
Otra es la creencia
de que una determinada técnica o
intervención va a tener el mismo resultado en todos los pacientes ¡Acuérdate
siempre de que cada paciente es un mundo distinto! Te pongo un ejemplo de
protocolo, concretamente el de Bulimia Nerviosa que hay en este blog: Puede
servir para una gran mayoría de pacientes que padezcan este problema pero para
muchas de ellas se tendrá que modificar, eliminar, añadir algún aspecto para
obtener el resultado deseado. Es bueno tener guías, especialmente al comienzo
de la profesión, pero es poco inteligente seguirlas rígidamente sin saber
adaptarlas al paciente.
Otra que es
posible que cometas es la creencia de
que una determinada intervención es simple y que no hace falta explicarla con detalle
ni entrenar al paciente en la misma. En realidad, desde mi punto de vista,
esta suposición es una derivada de la segunda. Aunque tú creas que es algo muy
simple, no des por hecho que también lo es para el paciente. Explícala,
entrénale y asegúrate de que lo entiende. Por ejemplo:
Puedes ver de forma extremadamente simple lo que es la exposición y los objetivos de la
misma pero eso no significa que para el paciente resulte así también. Ten en
cuenta que a nosotros nos enseñan y entrenan durante años para un buen
conocimiento y manejo de las intervenciones.
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