¿QUÉ LE OCURRE A JUAN?



Juan, de 35 años, acude a la consulta de un psicólogo por primera vez. Está bastante nervioso,  algo fácil de ver porque además de ruborizarse y no parar de removerse en su asiento, no suelta prenda acerca de las razones que le han traído a mi consulta. Dice que le da mucha vergüenza contar lo que le ocurre porque si lo hace voy a pensar que está loco. Le comento  que  no creo que eso ocurra ya que estoy acostumbrada a tratar con situaciones de muy diversa índole y es difícil sorprenderme. Y unque lo hiciera, no sería en ningún caso motivo de rechazo por mi parte, al contrario.

Juan parece algo más convencido y empieza a contarme su historia. Conforme la va contando, empieza a calmarse y a sentirse más a gusto (algo bastante obvio si uno observa su lenguaje corporal). Me relata su infancia y los problemas familiares que tuvo durante la misma. En la adolescencia los temas familiares mejoraron pero otros se complicaron ya que su primera novia le dejó por un amigo suyo. “Fue muy traumático. Ahora quizás no lo parezca tanto pero a esa edad… me dejó destrozado” Esto junto a otros problemas hizo que Juan empezara rechazar su persona, a odiarse a sí mismo por no ser “lo bastante bueno” 

“Al final, sin darme cuenta, llegue a adelgazar 15 kilos en poco tiempo. Empecé a dejar de comer y a hacer muchísimo deporte. Me iba hundiendo más y más en la miseria pero se había convertido en una adicción. Cada vez pasaba más tiempo solo con mi música y mis libros” Cuando mis padres me llevaron a los médicos y me diagnosticaron Anorexia Nerviosa,  solo se me ocurrió decir “¿pero eso no es de chicas?”

A los 17 años, estuvo unos meses hospitalizado y consiguió salir tras haber ganado 8-9 kilos y haber acudido a terapia dentro del centro en el que se encontraba. Una vez salió, continuó acudiendo a terapia durante  casi un año. Al final del proceso Juan ya estaba totalmente recuperado. No ha habido recaídas desde entonces.

“Ahora, mi problema es que me veo los brazos pequeños. Parece absurdo pero estoy obsesionado. OB-SE-SIO-NA-DO. Totalmente. Me los tapo todo el tiempo, voy al gimnasio todos los santos días para hacer músculo, tomo batidos especiales de proteínas… ¡Incluso me he informado sobre las posibilidades quirúrgicas!
Mi novia me dice que son normales, que están bien. Mis amigos igual. Pero yo me los veo muy delgados, como los de un niño de 13 años. Me siento muy, muy acomplejado. Imagínate si lo estaré que vengo a terapia solo por esto ¿No te parezco el paciente más ridículo que has tenido”

Yo le respondí que un problema se convierte en tal desde el momento en el que la persona lo vive así. Cualquier otro juicio de valor sobra.
Comentamos algunos datos más durante la entrevista, le pregunté por  sus objetivos en la terapia y le pedí que me completara un par de cuestionarios para traérmelos en la próxima sesión.


Preguntas                          

                                         
1. ¿Cuál dirías que es el diagnóstico principal?


2. ¿Cómo tratarías ese trastorno?









Sara Llorens Aguilar
sllorens@cop.es

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