¿Por qué tengo tics?

Lo primero de todo es hacerle ver al paciente en qué consiste su problema, qué lo origina y...qué lo mantiene (una breve introducción al trastorno la tienes pinchando aquí)  No nos podemos saltar el apartadito de PSICOEDUCACIÓN. Esencial en cualquier trastorno con cualquier paciente. Lo adaptaremos de una forma u otra para la persona a la que atendamos pero hay que hacerlo.
La información que aquí os dejo podéis completarla con la fuente: Tics et problèmes de tension musculaire, de K O´Connor y D. Gareau. Tanto a psicólogos como a pacientes, si entendéis el  francés, os lo recomiendo. Fácil, cercano y con ejercicios útiles.

En la psicoeducación, es importante explicarle al paciente que los tics surgieron en su momento porque posiblemente tenían una utilidad en una situación determinada. El problema viene cuando dicha situación se desvanece y la persona mantiene el tic que en un principio le resultó útil pero que  ya no lo es. Si eres seguidor del blog y te fijas bien, te darás cuenta que es lo mismo que ocurre con las reglas, supuestos y Creencias Irracionales Básicas (CIB): en un principio se formaron porque resultaban útiles pero luego la persona las ha ido arrastrando hasta su presente cargando una mochila repleta de piedras inútiles. También puede ser que el tic se originara como una exageración de una respuesta normal, porque dicha respuesta  no se aprendió correctamente en el pasado. Si vemos que los tics del paciente son gestos que la mayoría de la gente hace (aunque con menor intensidad y frecuencia, obviamente), entonces nos encontramos con este segundo caso.

Hay que hacerle ver que los pensamientos, emociones, músculos y situaciones estresantes mantienen el problema. ¿Por qué subrayo los músculos? Porque es un contenido particular  de este tipo de trastornos. En este caso los músculos juega un papel crucial en el problema. Normalmente, el cerebro lleva información sobre un movimiento a los músculos y estos lo llevan a cabo y llevan esa información al cerebro, pero esto ocurre únicamente cuando somos conscientes del movimiento, lo que no se da en los tics porque se hacen de forma involuntaria  e inconsciente. Primera lección: hay que aprender a ser consciente del tic para poder cambiarlo.

Por otra parte, el papel de los pensamientos siempre ocupa un lugar importante en los trastornos en general. En este caso, los pensamientos tienen  cierto impacto en nuestro sistema muscular. Prueba a pensar en algo que te ponga muy nervioso/a o muy enfadado/a y luego echa un vistazo a ver si te encuentras con la mandíbula apretada, los puños cerrados o similares. De forma simultánea, los músculos tienen cierto impacto en nuestros pensamientos y consecuentemente en nuestras emociones. Ciertos movimientos, posturas... son más propensos a provocar cierto tipo de emociones. Por ejemplo, si estoy tumbada en la playa con todos los músculos de mi cuerpo relajados, es más probable que sea capaz de sentirme bien, calmada y pensar en situaciones agradables, que si estoy sentada con todo el cuerpo en tensión y los brazos cruzados. Un ejemplo que todos captaremos: el yoga y el estado mental que crea en aquellos que lo practican

En un próximo post hablaremos de cómo llevar a cabo el tratamiento para este problema.

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Sara LLorens Aguilar

sllorens@cop.es

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