¿Cuál es tu próximo reto?

No te descubriré ningún secreto diciéndote que si hay un elemento  fundamental a la hora de conseguir objetivos, ése es la motivación.  Todos tenemos motivaciones distintas, a cada cual más dispar. Las motivaciones de las personas nos dicen mucho de las mismas, nos ayudan a conocerlas. Da igual lo que te motive para conseguir tu objetivo, lo esencial es que a ti te valga. 

Según el modelo conductual existen dos tipos de motivaciones:  la motivación intrínseca y la  motivación extrínseca ¿Cuál es la diferencia entre ambas?: 
Résultat de recherche d'images pour "motivación intrínseca"La primera nace en nuestro fuero interno, es decir, realizamos una conducta en concreto sin esperar una recompensa externa por la misma,  el mero hecho de llevarla a cabo es la recompensa. Por otra parte, en la motivación extrínseca, lo que nos mueve es una recompensa ajena a la propia conducta. 

Por ejemplo: hay gente que estudia porque le gusta hacerlo, le gusta aprender cosas nuevas y adquirir nuevos conocimientos. Su motivación es intrínseca porque la conducta de estudiar es un fin en sí mismo. Sin embargo, otras personas  ven el estudio como un medio para conseguir un fin, éste último puede ser aprobar un examen, por ejemplo.

En muchas ocasiones, ambos tipos de motivaciones se ven mezclados a la hora de llevar a cabo una conducta. A uno le puede motivar estudiar y aprender cosas nuevas mientras que  la idea de sacarse un examen  también le sirve de empuje.

A la hora de perseguir un objetivo, además de la motivación, también hay otros factores importantes como son los siguientes:

Résultat de recherche d'images pour "discurso interno"El discurso interno que autogeneramos es esencial para conseguir nuestros objetivos. No nos damos cuenta de su papel en nuestros logros o fracasos hasta que examinamos a conciencia cómo influye en nuestras emociones y nuestros actos. Yo por mi trabajo acostumbro a examinar el mío propio con frecuencia, especialmente en los retos o situaciones difíciles, pero no siempre  nos escuchamos a nosotros mismos. Muchas veces, en mi opinión más de las necesarias, ponemos el piloto automático.

Los retos. Hay que ser inteligente a la hora de escoger los propios retos a los que uno decide enfrentarse. No siempre se puede elegir pero cuando sí es el caso, hay que saber cómo hacerlo. Escoger retos demasiado difíciles para los que no estamos preparados o los que simplemente no van con nosotros, aumenta bastante las posibilidades de fracaso porque la motivación en estos casos suele ser baja o...apagarse muy rápido. Y como consecuencia la frustración aparece cogida de la mano del sentimiento (muchas veces ficticio) de fracaso. Hay que escoger retos que se adapten a nuestros objetivos vitales, y por lo tanto a nuestra personalidad, y con un nivel de dificultad ajustado a nuestras posibilidades. No hablo de retos fáciles sino adaptados a nuestras necesidades y nivel en el campo.

Un ejemplo, esta vez personal, de todo lo anterior:

Hace un par de días me apunte a lo que iba a ser mi primera clase de windsurf. Yo no tengo ninguna experiencia en deportes de agua, así que ésta iba a ser mi primera toma de contacto.
Mi motivación era intrínseca, ya que  tenía ganas de probar algo nuevo y esta actividad  lo era. Quería probarlo para ver si me gustaba.
El reto en sí  estaba adaptado a mi nivel en el área, ya que  era una  clase para principiantes  e iba acorde a mi personalidad, que  para bien o para mal siempre está ávida de novedades.

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El discurso interno... tuvo sus fases (como suele pasar en muchas ocasiones): como era de esperar, me caí de la tabla muchas veces y cuando no me caía me estancaba cerca de algún muro del puerto. A la quinta o... vigésima vez que me caí/ me estanqué, me acuerdo que me dije algo así como:

 "Esto no es para mí ¿y si me paro y me voy a la lancha ya?"  


 Y enseguida me di cuenta:

"Qué pasa, ¿se supone que tienes que mantenerte en la tabla aún sin haber hecho esto nunca? ¿te rindes porque no lo consigues a la primera? Te subes y lo intentas. Y si te vuelves a caer,  te vuelves a subir... así hasta que lo consigas. Y ya, cuando lo consigas,  decides si es o no para ti"  


Acto seguido me volví a subir a tabla y... me volví a caer/ estancar otras cuantas veces (el discurso interno sirve para motivar y avanzar pero no hace milagros). Al final conseguí mantenerme cerca de un minuto de pie y manejando el aparejo. Un tiempo insignificante pero el suficiente para decidir que quería una segunda clase.

Eso es lo que tienen los pequeños logros, que el alcance de su fuerza es desconocido.



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Sara LLorens Aguilar



sllorens@cop.es



Comments

  1. Un post muy interesante y muy bien escrito como siempre!

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