A veces ocurre que cuando una pareja con hijos se separa o se divorcia, uno de los niños pasa a ocupar un rol en la familia que no le corresponde. Esto no debe ocurrir. Un niño no es un adulto y por lo tanto no está capacitado para ejercer las funciones de uno.
Quienes deben de vigilar que esto no ocurra son los padres. Lo que a primera vista puede ser algo más que evidente, puede convertirse en tarea complicada cuando uno de los progenitores se encuentra en posición vulnerable y necesita sentirse protegido y respaldado. Si no hay nadie cerca que cumpla con esa función, uno de los niños (probablemente el mayor de ellos) se encargue de ocupar ese rol protector, ese rol de "cabeza de familia".
Esto puede ocurrir en diversas situaciones: una separación violenta o dramática donde uno de los progenitores no cumple con las normas establecidas e invade el hogar familiar (en el que se encuentra el progenitor con la custodia de los niños) y uno de los niños se ve obligado a "proteger" dicho hogar; cuando el progenitor que se queda con los niños sufre algún trastorno o enfermedad que le incapacita para el cuidado adecuado de los hijos; cuando las condiciones ambientales no son las adecuadas para criar a unos niños...
¿Cuando sabemos que un niño está cumpliendo un rol que no le corresponde?: Cuando ejerce funciones tales como ocuparse de la mayoría de tareas domésticas, cuidar de sus otros hermanos, ir solo a lugares a los que debería ir acompañado, trabajar (ilegalmente) para traer dinero a casa en lugar de ir al colegio...
¿Por qué este tema es importante? Porque como todo en esta vida, hay un precio a pagar. En este caso es el niño quien lo paga. En muchas ocasiones esto se traduce en crisis de ansiedad, depresión, aislamiento, altos niveles de agresividad, bajo rendimiento escolar... Dependiendo del niño la situación se manifestará de una forma u otra. Al no estar capacitado para dichas funciones, las demandas del ambiente sobrepasan los recursos del individuo y cuando eso ocurre, las consecuencias aparecen disfrazadas de crisis de ansiedad, llanto, insomnio, tristeza....
A veces, se hace necesaria la ayuda de uno o varios profesionales de diferentes campos para poder buscar una solución al problema. En el caso del psicólogo, éste ayudará al progenitor a tomar las medidas pertinentes para hacerse con la situación con la menor implicación posible por parte de los hijos. En ocasiones esto requiere terapia para dicho progenitor o ambos (si los dos están por la labor) y en según en qué casos, terapia para el niño afectado.
En cualquier caso son los padres quienes tienen la batuta ya que el comportamiento del niño es tan solo una adaptación a las demandas del ambiente creadas por la conducta inapropiada de los padres.Si los padres modifican esa conducta, con gran prbabilidaad el niño modificará indirectamente la suya.
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| Los súperheroes deben ser los papás, no los hijos. |
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| Posibilidad de terapia por Skype |
Sara LLorens Aguilar
sllorens@cop.es
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