La culpa

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Ya te he hablado en otras ocasiones  de las diferencias entre las emociones básicas o primarias y las emociones complejas o secundarias. La culpa entraría dentro del segundo grupo y a ella vamos a dedicar el post de hoy. 
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La culpa se da cuando hacemos o decimos algo que de alguna forma infringe nuestra moral, nuestros principios y/o las reglas sociales de la cultura en la que uno viva. El  remordimiento y malestar es mayor si  las consecuencias dañan a  personas importantes de nuestra vida. A pesar de ser considerada como una emoción negativa porque nos hace sentir mal, al igual que  todas las emociones, la culpa  tiene su función en el ser humano y  en este caso, cuando se vive de forma sana, es una emoción que nos motiva y empuja a reparar los daños causados, sea a través de una disculpa, una confesión, prestar ayuda para mejorar una determinada situación...
La culpa también nos ayuda a  reflexionar sobre nosotros mismos,  nuestra moral, en qué punto estamos al respecto, en qué dirección queremos dirigir nuestros pasos...

Luego está la culpa de origen irracional, mal gestionada e inútil, digo "inútil" porque deja de cumplir su función. Vamos, lo que viene siendo una carga sobrante ¿Esto en qué casos se da?:
  • Existen personas que tienen una tendencia natural a sentirse culpables por todo, con o sin razón. Suelen ser personas con baja autoestima, inseguras y poco asertivas, que tienden a responsabilizarse de las consecuencias negativas de las situaciones sin que haya justificación para ello, o si la hay, se responsabilizan de forma exagerada y perjudicial. El origen de la culpa es muchas veces irracional porque por sentido común uno no puede ser el responsable de lo que salga mal el 100% de las ocasiones y esto es fácilmente comprobable cuando hablas con el paciente, desgranas la situación y pones a prueba su interpretación de la situación.
  • La culpa  gestionada de forma insana  se retroalimenta a través de una serie de creencias irracionales (esquemas de vida, formas de ver el mundo  que cada uno tenemos y con las que hemos crecido) y pensamientos automáticos negativos. Son los encargados de nutrir a la culpa para que cada vez pese más y perdure en el tiempo. Uno difícilmente se percata  de lo que está haciendo, ya que se ha educado en esa forma de pensar, por lo que lo vive como algo "natural", no irracional, y por lo tanto no se da cuenta de hasta qué punto influye en su dolor.
  • A este círculo vicioso  de la culpa, le añadimos que la persona:
  1. O bien no se atreve a hacer nada  para cambiar la situación.
  2. O bien no puede hacer nada porque se siente culpable por una situación que se escapa a su control. No depende de ella. Culpabilidad de origen irracional.
  3. O bien ya llevó a cabo  acción/acciones  resolutiva(s) pero no dio los resultados que esperaba  y aún así sigue sintiéndose culpable. 
        En cualquiera de los casos nos encontramos ante la misma situación: Un bloqueo, un estancamiento. Y hay que añadir que la persona vive la culpa como un verdadero tormento.

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  •  Aquí la culpa deja de ser una emoción con una función para convertirse en una carga inútil y sin sentido. Y en tonces ¿qué hacemos con ella? ¿Cómo se trabaja la culpa en las diferentes situaciones?
  1. En el primer caso, se tratará de motivar a la persona para llevar a cabo una acción resolutiva e intentar restaurar los daños si se puede. Según el caso, previamente entrenaremos a la persona en toma de decisiones, habilidades sociales... Pero siempre el objetivo último será llevar a cabo una actuación restauradora.
  2. En el segundo caso, se trata más de trabajar a nivel cognitivo, los pensamientos e ideas irracionales que llevan a la persona a sentirse culpable de forma injustificada por algo que no depende de ella. La sobreestimación de responsabilidad, tan característica del TOC pero que se encuentra en muchas personas que no padecen el trastorno, será un punto clave a trabajar aquí.
  3. En el tercer caso, también será un trabajo de tipo cognitivo pero está vez centrado más en  aumentar la tolerancia a la frustración del paciente. Hemos de ayudarle a, como diríamos coloquialmente, "pasar página". 
Desde mi punto de vista, la situación "más fácil" (de lo malo, lo menos malo) sería la primera, aquella en la que trabajamos para llevar a cabo un cambio en el contexto. Las otras dos las considero más complicadas porque el trabajo cognitivo implica  trabajar ideas muy arraigadas. También comentarte que, al menos desde mi experiencia en consulta, las personas nunca vienen con el objetivo principal de mejorar su gestión de la culpa, esto es algo que sale más tardey cuya trascendencia en el problema princpal (aquel por el que viene el paciente) se va viendo conforme pasan las sesiones. Y es ahí cuando surge el interés en trabajarla.

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Sara LLorens Aguilar
sllorens@cop.es
www.profesionaldelapsicologia.es



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