Dragones en las nubes


Javi y Luis están tumbados sobre la hierba, riendo, jugando y aprovechando los últimos días de vacaciones que les quedan antes de volver al cole. De pronto Javi grita "¡Eh mira, un dragón en el cielo!" " ¡Y mira allí! parece la cara de un lobo"-responde Luis. A este fenómeno se le llama pareidolia y sucede con las nubes, las manchas y un sinfín de cosas. Es un ejemplo entre miles de cómo nuestra mente está diseñada para buscar patrones para así dar sentido a lo que nos rodea, ahorrando energía/tiempo  y reduciendo el nivel de  incertidumbre, lo que nos da una falsa sensación de seguridad y control. Tendemos a buscar una lógica en todo lo que nos rodea y esa "lógica" siempre va a estar condicionada por nuestros deseos, prioridades, necesidades, creencias, preocupaciones del momento... Lo que nos lleva en muchas ocasiones a establecer conexiones erróneas. Eso pasa porque en realidad no somos procesadores racionales de información, somos procesadores rápidos de información. Que no es lo mismo. Nuestro razonamiento está lleno, llenito de sesgos, de errores que condicionan cómo nuestra mente procesa todo lo que acontece en nuestras vidas.

Los sesgos y los heurísticos son dos términos que implican cosas diferentes pero ambos condicionan nuestro razonamiento, nuestra percepción del mundo y consecuentemente nuestra forma de sentir y de actuar. Los heurísticos son reglas de pensamiento que aplicamos para decidir en situaciones en las que el nivel de incertidumbre es alto o, simplemente, tenemos que tomar una decisión rápida. Los heurísticos pueden llevarnos tanto al acierto como al error. Sin embargo, los sesgos son errores de razonamiento que todos solemos cometer de forma frecuente. Por lo tanto, cuando aplicamos los sesgos nos equivocaremos sí o sí. 

Centrándonos en los heurísticos, tenemos uno en concreto que nos condiciona mucho en el día a día: el heurístico de disponibilidad. Básicamente consiste en creer que la información que recordamos con más facilidad es la más importante, la más frecuente o la de más peso a la hora de actuar/decidir en una determinada situación.  Por ejemplo, recordamos más fácilmente los accidentes de avión (y consecuentemente tenemos más respeto a volar) porque salen más en las noticias y se les da más importancia que a los accidentes de coche. Sin embargo, la realidad es que los accidentes en avión son infinitamente menores que los accidentes en automóvil. Otro ejemplo es el de las noticias. ¿Qué oímos/leemos normalmente en las noticias? todo lo que va  mal en el mundo. Por esta razón una gran mayoría de gente piensa que el mundo  va de mal en peor y que, básicamente, caemos en picado. Pero la realidad según las investigaciones al respecto es que el mundo no ha empeorado sino que incluso ha mejorado en muchos aspectos en los que creemos lo contrario ¿Entonces porque tendemos a pensar lo opuesto? por el heurístico de disponibilidad, ya que la información a la que tenemos más acceso es la negativa. Basta con escuchar los informativos un par de días para perder la fe en la humanidad. Lo bueno no vende tantos periódicos y eso, nos guste o no, es una realidad.


También  estamos diseñados para creer con más facilidad todo lo que nos resulte familiar o vaya en consonancia con nuestras creencias previas. Y cuando la nueva información no casa con nuestros esquemas, tendemos a montarnos una película/razonamiento de forma que acabamos convenciéndonos de que la nueva información no es válida y así nos quedamos asentados en nuestras creencias y formas de pensar de siempre. Obviamente esto no ocurre todo el tiempo pero sí tendemos a ello con facilidad. Si quieres repasar esa parte, hace poco escribí sobre la disonancia cognitiva  y el sesgo de confirmación que condicionan nuestro día a día, a veces ayudándonos y otras no tanto. Una demostración más de cuan sesgado está nuestro razonamiento y de lo irracional (aunque eficaz por lo general) puede ser en muchas ocasiones.

Otra forma de demostrar que estamos lejos de ser procesadores de información racionales es el sesgo llamado inflación de la imaginación, que consiste básicamente en que cuánto más imaginamos algo, más tendencia tenemos a creernos que ha pasado realmente. De hecho muchas técnicas para inducir falsos recuerdos se  basan en este sesgo. Por eso hay que tener mucho cuidado y ser muy exquisito a la hora de trabajar con estrategias psicoanalíticas con el objetivo de sacar a la luz posibles recuerdos reprimidos, ya que a veces la mente puede jugarnos muy malas pasadas. 

Estos ejemplos son unos pocos de entre las muchas reglas y distorsiones por las que se rige nuestra mente a la hora de razonar la información del día a día. Estamos diseñados para procesar la información lo más eficazmente posible. Es decir, importa procesar bien pero también es esencial procesar rápido y la rapidez implica en muchas ocasiones ciertos errores. Aún así somos buenos procesadores porque aquí seguimos, así que no lo debemos hacer tan mal...

Si te interesa el tema, puedes echar un vistazo al libro Por qué creemos en mierdas de Ramón Nogueras. El libro tiene muy buen contenido explicado de forma amena y con ejemplos de  la vida cotidiana, por lo que se hace fácil de entender. Cuando recomiendo lecturas en el blog siempre intento que sean  poco técnicas y que nos enseñen cosas interesantes  que podamos aplicar o cuanto menos para reflexionar. Este libro entra en el pack.

Conclusión final que ya sabemos todos y aún así necesitamos recordar cada día:

 CUIDADO CON CREERME TODO LO QUE PIENSO PORQUE SEGURO, SEGURO, QUE ME EQUIVOCARÉ.


Con posibilidad de terapia on-line
 


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Sara LLorens Aguilar
sllorens@cop.es

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