"¡Seguro que una cabra no tiene TOC!"

Esa fue la frase de uno de mis pacientes con TOC en la última sesión que tuvimos. Intenté evitarlo pero no pude hacer otra cosa que echarme a reír y él conmigo. No sé si fue a frase en sí misma o la manera en la que lo dijo, con una mezcla de envidia sana e indignación hacia la suerte de las cabras. En algunas ocasiones es imposible no echarse a reír junto a los pacientes, los momentos de risa en consulta son más bien escasos, por lo que se agradecen cuando surgen. Siempre es y será más bonita la sonrisa de una persona que sus lágrimas, y desgraciadamente en consulta me encuentro mucho más con las últimas. 

Efectivamente, una cabra no tiene ni tendrá TOC jamás, así como ningún otro trastorno mental. Es lo que tiene la evolución y en este caso en concreto, la cognición. La cognición es la capacidad que tiene el ser humano para procesar la información que percibe (del mundo exterior, de su mundo interior y de sus experiencias de vida): la razón, la inteligencia, la solución de problemas, la toma de decisiones, la atención, la memoria, el aprendizaje, los sentimientos (identificarlos, procesarlos, explicarlos...) todos entran dentro de lo que llamamos capacidad cognitivaSi bien es cierto que se ha demostrado que algunos animales muestran cierta capacidad cognitiva, dichas facultades distan mucho de la complejidad de la mente humana. Dicha complejidad de la que somos poseedores tiene grandes ventajas, entre otras, nos ha llevado a gobernar el mundo (para bien o para mal). Sin embargo, esa misma capacidad cognitiva que nos ha dado ventaja sobre cualquier otro ser vivo, también tiene un precio a pagar. En el post de hoy quiero centrarme en dos términos: metacognición y el yo mental.

"Las cabras no tienen TOC" porque, a diferencia del ser humano, no pueden pensar y mucho menos pensar sobre sus pensamientos. Bienvenidos a la metacognición. La metacognición es la capacidad de las personas de pensar sobre sus propios pensamientos, es decir, de interpretar, reflexionar, analizar, evaluar y juzgar su propio mundo mental.  La personas nos pasamos la vida pensando sobre nuestros pensamientos pero  muchas veces esto nos pasa desapercibido porque estamos en piloto automático. Estamos tan acostumbrados a hacerlo que no nos damos cuenta. La persona con TOC padece el trastorno porque, entre otras cosas, juzga y evalúa sus obsesiones. Les da poder. Ya lo hemos hablado en anteriores ocasiones: nuestros pensamientos (ya se presenten como frases/palabras, imágenes, impulsos o sensaciones) no tiene ningún poder  en sí mismos. Son la nada. Neutralidad. Nosotros les damos  poder desde el momento en el que los consideramos de cierta relevancia. Las obsesiones del TOC son poderosas porque el paciente les otorga poder dándoles un significado (metacognición)  que en realidad no tienen. Obviamente ese significado está relacionado con la amenaza, es decir, la obsesión representa una amenaza: a mi salud, a mi moral, a mis seres queridos, a mi identidad.. Si el paciente no analizara sus obsesiones dándoles un significado amenazante, no habría TOC.

Y aquí viene la segunda parte: somos tan mentales, tan cognitivos, le damos tanta importancia a nuestra mente por ser tan evolucionada (y en realidad por ser  todavía una gran desconocida) que cometemos el enorme error de identificarnos con ella, es decir, con nuestros pensamientos (y aquí no hablo solo del TOC, que también, sino de forma general). NO SOMOS NUESTROS PENSAMIENTOS. Mi yo mental, es solamente una parte de mi identidad, no el todo. Somos mucho más que nuestra actividad mental y además, de lo que  pasa por nuestra cabeza, las tres cuartas partes no son importantes. En el caso de las personas con TOC, se identifican con sus pensamientos obsesivos por esta tendencia nuestra general a identificarnos con lo que pensamos. Somos lo que pensamos, lo que hacemos y lo que sentimos. Pero también somos lo que pensamos sobre nuestra forma de pensar, de actuar y de sentir. Y también somos aquello que hacemos para cambiar lo que somos. Y así podría seguir unas cuantas líneas...

Una cabra no tiene problemas mentales porque se limita a existir, al aquí y el ahora.  La mayoría de nosotros hemos perdido esa capacidad, de vivir el aquí y el ahora, de  existir en el estado más puro de la palabra. Es algo que podemos conseguir escasos minutos al día en un proceso de meditación o un momento de deleite en plena naturaleza, por poner algunos ejemplos, pero nuestro mundo cognitivo y nuestro ego (otra ventaja de las cabras derivada de la falta de cognición:  la ausencia de ego) nos lo impiden. 

...Bien visto, en realidad entiendo la envidia de mi paciente hacia la existencia de las cabras.





Con posibilidad de terapia on-line


Sara LLorens Aguilar
sllorens@cop.es

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