Aprende de ti mismo a través de los vínculos que creas

 

Lo importante en la vida no es la satisfacción del deseo, sino la revelación en los acontecimientos y en los vínculos de lo que no había imaginado jamás que podría llegar a ser.

 

 

Escuché esta frase el otro día y me dio qué pensar porque la realidad es que la mayoría de las personas vivimos quedándonos en la primera parte, es decir, en la búsqueda de la satisfacción del deseo. Es el ego el que dirige esa búsqueda y por lo general éste suele ser un mal compañero de viaje. El ego siempre trae problemas y nos obliga a quedarnos en la superficie de las cosas.  Muchos de los problemas que surgen en los vínculos que establecemos (familiares, amistades, de pareja) aparecen porque el otro no cumple nuestras expectativas/deseos sobre la idea que tenemos de cómo debería ser esa relación entre el otro y yo. Nos quejamos del comportamiento y actitud de los padres, pareja, amigos, hermanos, hijos…porque no cumplen esa idea que tenemos en la cabeza de cómo debería ser esa relación. La idea que hemos construido según nuestro pasado, experiencias, carácter, necesidades, complejos, deseos….Es como si diéramos por sentado sin darnos cuenta que el otro ha venido a nuestras vidas con la obligación de hacernos felices y cuando vamos descubriendo que no  es así, entonces  nos encontramos con los: “esto no funciona”, “Me has fallado”, “no pensaba que eras así”, “Me siento decepcionado”, “No deberías hacer esto/ser así/comportarte de esta manera”; “ Tú tendrías que saberlo”;  “Deberías cambiar esto y lo otro…”; “no puedo continuar así…” y un largo y variado etc.

Este es un punto clave en muchos de los problemas que tenemos en nuestros vínculos personales, sobre todo aquellos que consideramos más importantes, ya que son aquellos en los que ponemos más expectativas. Los vínculos con otras personas no se dan para satisfacer nuestros deseos, el otro no tiene por qué cambiar, actuar o ser de X manera para que yo me sienta feliz, tranquil@, segur@... Es verdad que de alguna forma, todos cedemos y nos moldeamos hasta cierto punto por amor (y cuando hablo de amor, me refiero a cualquier tipo de amor, no solo el romántico) pero han de haber límites y es esencial que como adultos nos responsabilicemos de nuestras propias emociones. Nuestro mundo psicológico y emocional es responsabilidad de cada uno de nosotros, no de los demás. Nuestras necesidades son nuestras y no tenemos por qué proyectarlas en los otros (sean mis padres, mi hijo, mi amigo, mi pareja...). Comunicar esas necesidades para intentar que se nos comprenda y así poder ser ayudados, sí. Cargar al otro con la responsabilidad de cubrir esas necesidades, no. Es muy diferente. Cuando comprendemos esto, cuando lo comprendemos de verdad, entonces es el momento en el que  los vínculos pueden llegar a ser más reales y de mayor calidad.

Cuando comprendemos   todo lo anterior, podemos usar los lazos que nos unen a otras personas para conocernos mejor a nosotros mismos y sacar todo nuestro potencial. Porque la realidad es que todos aquellos con los que nos cruzamos a lo largo de la vida pueden actuar como un espejo, dejándonos ver características de nosotros mismos que hasta ahora ni sabíamos que formaban parte de nuestra persona; o ayudándonos a entender mejor nuestras propias reacciones y personalidad. Las relaciones están para disfrutarlas, aprender de la vida y, sobre todo, para aprender de uno mismo y así poder evolucionar. Sin embargo, esto último solo pasa si nos colocamos en el rol de observador, no de juez.  Observador de uno mismo y del otro. Sin juzgar las reacciones del otro ni tampoco las mías. Y no es posible colocarse como observador imparcial si el ego ocupa el asiento de al lado. 

Todo esto puede parecer relativamente fácil al leerlo pero  nos cuesta horrores llevarlo a la práctica porque vivimos en una sociedad donde se nos educa desde la cuna para vivir desde el frágil ego y defenderlo a toda costa. 

La próxima vez que surja un momento incómodo (llámese momento incómodo, conflicto o discusión de tres días sin hablarnos…) en lugar de focalizarte en todo lo que el otro ha hecho mal, en lo que se ha equivocado (según tú, claro está), lo que le falta, lo que le sobra… Hazte preguntas, colócate como observador de la situación e intenta que las respuestas a esas preguntas se centren en la primera persona del singular (que probablemente no sea lo primero que te salga).

Te pongo el ejemplo de Ana (llamémosla así). Ana me contactó desde fuera de Valencia para llevar a cabo terapia por vía online y el principal motivo de consulta fue que vive  su actual relación de pareja con mucha ansiedad y según ella (y los registros que me envía así lo corroboran) su novio no es el responsable sino que lo es ella misma pero no está segura de porqué ni de cómo manejarlo.

Aquí te pongo una de las  situaciones más recientes. Ella empezó la sesión contándome la situación y haciendo preguntas tales como: ¿Por qué me hace eso? ¿Será porque en realidad no está enamorado de mí?  ¿Es que no se da cuenta de que me hace daño? ¿Cómo no lo ve?

Yo le propuse intentar responder a otro tipo de preguntas y centramos la sesión en ellas. Te pongo a continuación algunas de las respuestas que me dio a modo de juez o acompañada de su ego. Y luego las respuestas que poco a poco fue consiguiendo por ella misma cuando se colocaba en el rol de observadora ( lo que no le fue fácil).

¿Por qué reacciono de esta manera?

Ejemplo respuesta desde el ego: Es que él me dijo que íbamos a hacer algo juntos y luego no me llamó ¡Y me lo hace siempre! Le doy igual, todo es más importante que yo.

Ejemplo respuesta desde rol observador: Creo que es porque me siento insegura con la relación. Él es súper independiente y me da la sensación de que siempre soy yo la que busca planes para hacer juntos

¿Por qué me está afectando tanto?

Ejemplo (ego): Porque él siempre me hace lo mismo y estoy harta.

Ejemplo (observador): Porque la verdad es que creo que estoy más enamorada del que él de mí y eso me da miedo. Me da miedo porque me siento en desventaja y eso me molesta

¿Qué es lo que dice mi reacción de mí misma?  

Ejemplo (ego): De mí nada, la culpa es suya ¡Encima, faltaría más!

Ejemplo (observador): Que soy insegura y me gustaría pasar más tiempo con mi pareja.

¿Me sentiría igual si me hubiera pasado con otra persona? ¿Por qué?

Ejemplo (ego): No lo sé, qué más da. Me ha pasado con él y ya.

Ejemplo (observador):  Pues creo que no. Me pasa solo con él porque me importa más... Si me lo hubiera hecho una de mis amigas, quizás hubiera sido más comprensiva. Quiero decir, que no me hubiera gustado pero mi reacción no hubiera sido igual porque siempre se espera más de la pareja que de los amigos ¿no?

¿Me recuerda esta situación a otras anteriores? ¿Qué tienen en común todas ellas?

Ejemplo (ego): no sé, en este momento no puedo pensar en nada más.

Ejemplo (observador): Pues sí, me ha pasado en otras relaciones y siempre era motivo de conflicto. Con él me pasa más porque al ser más independiente que mis exparejas, me siento todavía más insegura. También es verdad que hace años me pasaba con mi mejor amiga cuando salía con otras amigas suyas con las que yo no me llevaba mucho…pero  eso era antes de tener pareja.

 


La idea de Ana nada más empezar la sesión era no hablar a su pareja hasta que él se diera cuenta de que ella no estaba bien y cuando eso pasara “hablar con él para que se dé cuenta de lo mucho que pasa de mí y de que no puede estar en pareja siendo así”. Cuando terminamos la sesión, Ana decidió que iba a llamarle para quedar y comunicarle que lo que ella necesitaba de él era que se vieran con más frecuencia. Que entendía que él era muy independiente y que eso no significaba que no la quisiera  pero que a su vez necesitaba de él ciertas cosas y tenían que hablar del tema.

He puesto el caso de Ana  que era de pareja pero igualmente podía haberlo ilustrado con una relación madre-hijo, entre hermanos, un par de amigos... Da igual, lo escrito con anterioridad abarca todo tipo de relaciones humanas. Si esto mismo que hizo Ana, conseguimos hacerlo más a menudo con nuestras relaciones importantes, estaremos mucho mejor con nosotros mismos y con los demás. Tendremos más paz interior, que al fin y al cabo es el objetivo de todos. Estar en paz con uno mismo y con los que nos importan.  



Con posibilidad de terapia on-line

Instagram: sarallorenspsicologa

Sara LLorens Aguilar
sllorens@cop.es

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