Lidera, no impongas: conoce y acepta cómo funciona tu mente


Muchas veces les digo a mis pacientes que la mente es una herramienta de la que disponemos. Una herramienta muy poderosa y en realidad, todavía, una gran desconocida. En otros posts ya hemos comentado algo importante y que nunca hay que olvidar, especialmente si uno pasa por momentos complicados: nosotros no somos nuestra mente, identificarnos con ella es un error. No somos nuestros pensamientos. Empezando por el hecho de que alrededor de un 95 % de la información que procesamos es a nivel inconsciente ¡quién se identifica con su mente y se la cree todo el tiempo solo conoce el 5% de lo que considera su identidad!

Nuestra mente puede convertirse en nuestra amiga o enemiga y ello va a depender en gran medida de:

1. Conocer cómo funciona.

2. Aceptar cómo funciona.

1. Conocer cómo funciona: esencial. Tenemos muchas ideas erróneas acerca de esto. Primero creíamos que las neuronas, células encargadas de la actividad cognitiva, se encontraban únicamente en el cerebro. Luego supimos que el estómago también iba muy bien servido y en los últimos años hemos descubierto que el corazón también dispone de una cantidad nada despreciable de estas células. Y además se ha demostrado que todos ellos están conectados, influyendo en aquello que pensamos, a lo que dirigimos nuestra atención, lo que sentimos…

Es importante saber que la mente tiene su propio ritmo, que tenemos cerca de unos 70.000 pensamientos diarios. Imagina si tenemos que sentirnos identificados con todos ellos. Imagina si tuviéramos que entender el porqué de cada uno… Lo que te intento decir es que la mayoría de las cosas que nos pasan diariamente por la cabeza no son importantes realmente, solo unos pocos pensamientos lo son. No podemos ocuparnos ni debemos identificarnos con los todos los pensamientos que tenemos. Recuerda: la mente lleva su propio ritmo. Es parte de ti, no tú.

La mente nos habla todo el día. Todo el santo día. A veces somos conscientes de ello y otras muchas no, pero el que no lo seamos no significa que no tenga igualmente un impacto en cómo nos sentimos y actuamos. En la medida de nuestra capacidad, hemos de intentar ser conscientes de nuestro discurso interno. Observar lo que nuestra mente nos dice a lo largo del día, cómo nos hablamos, lo que nos decimos… puede darnos información muy valiosa que explique la razón por la que nos sentimos de una manera u otra y porqué actuamos de una forma determinada.

La supresión de pensamientos ansiógenos ha llevado y lleva de cabeza a muchas personas con problemas y trastornos psicológicos que, en el desconocimiento del funcionamiento de su propia mente, han intentado suprimirlos a la fuerza consiguiendo el efecto contrario  y aumentando   consecuentemente su malestar. A la mente hay que saber liderarla y el camino no es la imposición. Liderazgo, no dictadura. Es lo que les digo a mis pacientes cuando tratamos el tema.

Por no hablar de los sesgos ¡nuestra mente sesga y distorsiona continuamemre la realidad percibida ! Quizás sepas de los sesgos más conocidos (catastrofización, lectura de mentes, sesgo de confirmación, filtración selectiva… por mencionar algunos) pero más allá de ellos, existen otros muchos más. Nuestra mente interpreta la realidad de forma muy sesgada. Cuidado con ver como verdades todo aquello que nos dice nuestra mente.

En la mayoría de casos, la mente tiende a irse al pasado, al futuro o a dispersarse en cosas varias en el momento presente. A la mente le cuesta vivir en el aquí y ahora, lo que provoca muchos tipos de emociones y en situaciones más graves contribuye a desencadenar y mantener problemas psicológicos como la depresión o los trastornos de ansiedad. De ahí la meditación, cuyo principal objetivo es conseguir que la persona se centre en el momento presente y que tantos beneficios otorga a quién la práctica con frecuencia.

Aquí solo he mencionado algunos pocos puntos, pero quiero recalcar que parte esencial de la terapia es la educación psicológica. Ya no solo del trastorno o problema determinado que padece el paciente, sino de cómo funciona la mente. Conocerla, es empezar a hacerse con ella.

 

2. Aceptar cómo funciona.

Como he dicho antes, la mente es una poderosa herramienta de la que disponemos, que forma parte de nuestro ser. Y que lleva su ritmo y su funcionamiento. De nosotros depende mucho llevarnos bien con ella o no. Hay que aceptar ese funcionamiento, sabiendo que podemos aprender a gestionarla mejor de lo que lo hacemos pero con ciertos límites.  Conocer, entre otras cosas, todo lo anteriormente mencionado, te puede ayudar mucho. Luego a través de estrategias varias según el caso de cada uno, es cuando aprenderemos a llevarnos lo mejor posible con ella.


Cuando digo aceptarla, me refiero a que hay que saber distinguir bien entre cómo me gustaría que funcionase y cómo realmente funciona. Distinguir y aceptar. Imponerle a mi mente cómo tienen que ser las cosas, está bien lejos de lo que llamamos aceptación. Una vez más:a la mente no se le impone, se la lidera.

Aceptar que no puedo suprimir los pensamientos que me alteren de la manera en la que quiero y cuando yo quiero. Aceptar que mi mente tiene un ritmo a la hora de procesar la información y gestionar los sucesos que acontecen en nuestras vidas (una ruptura, un duelo…) y no porque yo piense “es que esto debería estar ya resuelto” mi mente va a adaptarse a mi imposición (porque no lo hará). Aceptar que no todo lo que pienso, por mucho que esté seguro de ello, refleja la realidad (como te he clmentado, la mente nos engaña muchas veces). Aceptar que en muchas situaciones me tendré que quedar con cierto grado de incertidumbre y mi mente me empujará a resolverla a través de diferentes medios, aunque como ser humano no tenga la capacidad de conseguir esa certeza y me la acabe inventando y creyendo mi propia mentira. Aceptar que no soy solo lo que pienso, soy mucho más complejo y completo que mis pensamientos. Ellos, solo por ellos mismos, no me definen. Y así un sinfín de cosas más.

Hay una frase de la psiquiatra Marian Rojas que me gusta mucho y con la que estoy muy de acuerdo “Comprender es aliviar”. Aprendamos pues a comprender cómo funciona nuestra mente para poder aceptarla y gestionarla lo mejor que nuestras capacidades nos permitan.


Instagram: sarallorenspsicologa

 Sara LLorens Aguilar

 sllorens@cop.es

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